Ajolote mexicano

La principal característica del ajolote mexicano es el mantenimiento de los rasgos larvales aún en la adultez, fenómeno biológico que se conoce como neotenia. En este sentido, en un ajolote adulto se podrán observar estructuras comunes de una larva, como la aleta dorsal que recorre casi todo el cuerpo y tres pares de branquias que sobresalen de la base de la cabeza hacia atrás y se asemejan a unas plumas. Todo lo anterior se resume en que este anfibio no desarrolla metamorfosis, siendo una particularidad de estos animales.

El tamaño promedio del ajolote mexicano es generalmente de 15 cm, aunque puede medir más, pero no sobrepasa los 30 cm. Las patas son cortas, las delanteras tienen cuatro dedos, mientras que las traseras tienen cinco y no desarrolla uñas. La cabeza es tanto ancha como robusta, los ojos pequeños, sin parpados; el cuerpo alargado y aplanado de cada lado. Por lo general, la piel es lisa aunque puede tener algunas zonas rugosas que solo se aprecian de cerca.

La otra característica peculiar del ajolote es su coloración, ya que en estado silvestre sus tonalidades son oscuras, apreciándose como negro, gris, marrón o verde intenso. Sin embargo, este animal gracias a la expresión de diversos genes para el color y por cruces selectivos, en cautiverio puede mostrar una diversidad de tonalidades disimiles entre sí. De este modo que podemos encontrar ajolotes negros, albinos, albinos rosados, albinos blancos, albinos dorados y leucísticos (blancos de ojos negros).

El ajolote mexicano anteriormente estaba distribuido por varios hábitats del valle central de México, conformado por lagos y humedales. A pesar de ser una especie anfibia, se mantiene exclusivamente en cuerpos acuáticos. ¿Dónde vive el ajolote mexicano? En la actualidad, solo tiene un rango de distribución bastante reducido, encontrándose únicamente en tres lugares específicos: los canales de Xochimilco (donde el clima es templado y subhúmedo), el lago Chalco y el lago Chapultepec.

El ajolote mexicano requiere de un hábitat de aguas profundas, ya sean lagos naturales o canales artificiales con presencia de abundante vegetación, la cual utiliza para su reproducción pero también muchas veces para camuflarse en los fondos acuáticos. El ecosistema para su desarrollo debe ser estable, tanto en composición como en el flujo de agua. La turbidez, la concentración de oxígeno y la temperatura que no excedan los 20 y 22^o C son requerimientos importantes para el hábitat del ajolote mexicano. Así pues, el ajolote es una especie nativa y endémica del Distrito Federal de México.

¿Qué hace tan especial al ajolote mexicano? El ajolote mexicano es de costumbres solitarias y escurridizas, reuniéndose con otros individuos casi exclusivamente para el apareamiento. Pasa la mayor parte del tiempo sumergido en los fondos turbios, ya que respira por intercambio gaseoso a través de las branquias que mantiene aun cuando es adulto. Sin embargo, como también posee unos sacos pulmonares medianamente desarrollados, eventualmente puede llegar a la superficie del agua y tomar aire.

Este animal tiene una estrecha relación con los habitantes de México, no solo desde el punto de vista científico, ya que es altamente estudiado por sus peculiaridades, sino que culturalmente también tiene un importante significado. En relación a esto último, se le conoce también como Axolotl que significa monstruo del agua y está vinculado a las deidades de la cultura del país. Además, es una especie que habita en cautiverio con mucha frecuencia.

¿Qué come el ajolote mexicano? El ajolote mexicano es un animal carnívoro, con una variada dieta cuando habita de manera silvestre. En este sentido puede consumir peces pequeños y principalmente los recién nacidos como renacuajos, insectos, lombrices, moluscos y crustáceos dulceacuícolas. Cuando nacen optan de manera preferente por copépodos, pulgas de agua y rotíferos.

En cautiverio su dieta varía y son alimentados con gusanos, grillos, tenebrios. También con trozos de carne, pollo, pavo o res y alimentos industriales para tortugas. Al alimentarse succionan el agua y retienen a la presa con sus dientes, para luego tragarla de forma entera. También pueden practicar canibalismo.

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El ajolote mexicano alcanza la madurez a los 1,5 años aproximadamente y se reproducen una sola vez al año entre los meses de diciembre a febrero. Tienen dimorfismo sexual, ya que los machos se diferencian de las hembras por presentar una cloaca más larga que estas.

En estos animales se da lugar una fase de cortejo, en la que se juntan y hacen una especie de baile. Después, el macho se aleja un poco de la hembra y realiza una serie de movimientos previos para finalmente liberar el espermatóforo que recogerá la hembra y lo introducirá en su cuerpo para que ocurra la fecundación de manera interna.

Una vez que ocurre la fecundación, transcurren unas 24 horas aproximadamente para que la hembra libere hasta unos 1.500 huevos, los cuales irá depositando de manera paulatina en el transcurso de unos días. Este proceso lo hace colocando los huevos en las plantas acuáticas presentes en el hábitat, de modo que queden camuflados y protegidos contra los depredadores. En un lapso entre 11 a 15 días, ocurrirá el nacimiento de la descendencia.

El ajolote mexicano está declarado como en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El ajolote mexicano es una especie terriblemente amenazada, de modo que si no se ejecutan las medidas necesarias para su estabilización poblacional, se extinguirá en la naturaleza.

La contaminación del agua y el desecamiento de estos cuerpos, son la principal causa del deterioro del hábitat del ajolote mexicano y por ello de su importante descenso poblacional. Aunque pareciera haberse detenido el comercio internacional de la especie para su cría como mascota y el consumo de su carne, estas siguen siendo razones que la impactan.

Existe un plan de acción sobre el ajolote mexicano que incluye el mantenimiento de varios criaderos internacionales, aunque estos están enfocados principalmente en los estudios que se hacen sobre este. Se ha incluido en el apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, aunque actualmente se encuentra en una revisión periódica. Por otra parte, debido a que la causa principal de su riesgo de extinción es la alteración del hábitat, también existen algunos planes educativos vinculados al turismo y al cuidado de la naturaleza.