Anatomía del gato

Anatomía del gato

La anatomía del gato comprende la estructura interna y organizativa del felino. ¿Quieres conocer sus huesos, músculos, órganos o sentidos? En este artículo de ExpertoAnimal vamos a ofrecer una amplia perspectiva de las características más destacadas de este animal, esas que hacen que lo identifiquemos, sin ninguna duda, como el animal atlético, ágil y, no podemos olvidarlo, depredador que es.

Los amantes de los gatos a continuación tendrán una información básica que les permitirá descubrir los aspectos fundamentales sobre la constitución y el funcionamiento del organismo felino. De esta manera nos será más sencillo entender tanto el comportamiento como las patologías.

Apuntes de anatomía del gato

El gato es un animal mamífero, lo que implica que posee glándulas mamarias con las que las hembras, tras el parto, alimentarán a los nuevos gatitos. Además, es un animal carnívoro. En los siguientes apartados comentaremos las características básicas de cada uno de los sistemas de su organismo:

La piel y el pelo de los gatos

Comenzaremos el repaso a la anatomía del gato por la piel y el manto, ya que desempeñan importantes funciones. Una de ellas es la protección frente a las condiciones climatológicas adversas. También destaca su papel a la hora de mantener la temperatura corporal del felino. Los gatos son animales homeotérmicos, lo que quiere decir que son capaces de mantenerse en una temperatura corporal constante, en su caso de unos 38-38,5 ºC.

Además, el pelo tiene también una gran importancia en el lenguaje y la comunicación de los gatos. Por ejemplo, un gato erizado nos avisa de que está enfadado. Otros pelos modificados cumplen funciones táctiles, como los bigotes o las cejas, como veremos.

Por último, destacamos en este apartado el papel de las uñas, que el gato puede mantener retraídas o, en caso de necesidad, expuestas. Esta capacidad permite que las uñas se mantengan afiladas, no como en el caso de los perros en los que, al llevarlas siempre expuestas, se liman al contactar con las superficies. Jamás se le deben extirpar las uñas a un gato.

El esqueleto del gato

En cuanto a la anatomía del gato relativa a los huesos, destaca un cráneo donde solo la mandíbula inferior es móvil. La espina dorsal se compone, de arriba hacia abajo, de siete vértebras cervicales, trece torácicas, siete lumbares, tres sacras y unas veinte vértebras caudales. Los discos intervertebrales son los que otorgan la flexibilidad tan celebrada del esqueleto felino. A las vértebras torácicas se unen trece pares de costillas. Si nos preguntamos cuántos huesos tiene un gato debemos saber que no hay un número fijo. Se da una cifra media de 244.

Los gatos, al caminar, se apoyan sobre las puntas de los dedos. Poseen cinco en las zarpas delanteras y cuatro en las traseras. Las extremidades posteriores son capaces de conseguir grandes impulsos al plegarse en forma de zeta. Por último, la musculatura esquelética es muy potente, sobre todo la que se encuentra en las extremidades, lo que también dota al animal de velocidad.

El aparato digestivo del gato

La anatomía del gato relativa a su sistema digestivo se inicia en la cavidad bucal, donde el alimento comienza a ser procesado para su digestión. Veremos que los dientes del gato difieren formalmente según la función a la que están destinados. Además, los gatos, al igual que los humanos, presentan una doble dentición, es decir, una dentadura de leche o transitoria y la definitiva.

Los gatitos nacen sin dientes. Estos salen hacia las 2-3 semanas de vida y se caen aproximadamente a los seis meses para ser sustituidos por los permanentes. Destacan los colmillos, adaptados para la caza. La dentadura de los gatos consta de 12 incisivos, 4 colmillos, 8-10 premolares y 4 molares.

La lengua se caracteriza por ser muy áspera, lo que les sirve para alimentarse y, también, para acicalarse. Debido a sus costumbres higiénicas los gatos pueden formar y expulsar bolas de pelo. Tras la boca, la faringe y el esófago conducen al estómago y los intestinos, donde se asimilan los nutrientes y las sustancias no aprovechables se dirigen al recto para su expulsión.

El sistema cardiorrespiratorio del gato

En este apartado repasaremos la anatomía del gato a nivel pulmonar y cardíaco. Por lo tanto, destacan los pulmones, que son los encargados del intercambio gaseoso con el exterior, es decir, de la respiración, mediante movimientos de inspiración y espiración.

El corazón, que se divide en dos aurículas y dos ventrículos, distribuye la sangre por el organismo. La sangre arterial es la que sale de los pulmones, por lo tanto, se encuentra oxigenada. La venosa, por su parte, contiene las sustancias de desecho de los distintos órganos del gato. Para saber dónde tiene el corazón un gato podemos tumbarlo sobre su costado derecho y poner una mano sobre el pecho, al término de la pata superior.

El aparato urogenital del gato

Esta parte de la anatomía del gato es muy importante, ya que estos felinos suelen padecer problemas urinarios y, muy frecuentemente, problemas renales. Los riñones son los órganos encargados de filtrar la sangre y de eliminar las sustancias tóxicas a través de la orina.

Por otra parte, el gato posee dos testículos en el escroto para garantizar la temperatura adecuada a la formación de esperma. El útero de las hembras es bicorne y son poliéstricas estacionales, lo que implica que se encontrarán en celo buena parte del año.

Los sentidos del gato

Terminamos el repaso a la anatomía del gato haciendo alusión a los siguientes sentidos:

  • La vista: ¿cómo ven los gatos? la pupila del gato se puede dilatar y contraer en función de la luz recibida. Así, veremos cómo ocupa casi todo el ojo o, al contrario, se reduce a una fina línea. Los gatos disponen de un tercer párpado, también llamado membrana nictitante, que ayuda a proteger el ojo. La visión está adaptada a la caza nocturna, lo que no quiere decir que el gato sea capaz de ver en la oscuridad.
  • El oído: el pabellón auditivo capta los sonidos que van a pasar al oído medio y al interno. Estos pabellones pueden moverse para dirigirse hacia la fuente del sonido. Los gatos tienen un buen oído.
  • El gusto: parece que las papilas gustativas del gato no son capaces de apreciar el sabor dulce, en cambio, sí identifican y les gusta el salado.
  • El olfato: los gatos tienen este sentido muy desarrollado, lo que les sirve para la caza pero, también, para la comunicación, pues para ella emplean feromonas. Ya al nacer su olfato está muy desarrollado y se guían por él para encontrar el pezón de su madre y, así, comenzar a alimentarse. Además de la nariz, los gatos pueden olfatear abriendo la boca y utilizando el órgano de Jacobson.
  • El tacto: los gatos poseen distintos receptores por todo el cuerpo que les sirven para percibir los contactos con el exterior. Esto es especialmente importante cuando debe desplazarse en la oscuridad. Destacan las cejas y los bigotes.
  • El equilibrio: los mecanismos que mantienen el equilibrio están bien desarrollados en los gatos. Por eso no se marean y caen de pie buena parte de las veces, además de ser capaces de escalar, desde bien pequeños, con agilidad. Aun así no debemos descuidar las medidas de seguridad, pues el gato podría caerse por una ventana con consecuencias nefastas.

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