Biografía de Laika, la perra astronauta

Biografía de Laika, la perra astronauta

Aunque no seamos conscientes de ello, en múltiples ocasiones los avances que realiza el ser humano no serían posibles sin la participación de animales, lamentablemente, muchas veces esta participación resulta fructífera solo para nosotros. Seguramente te resuene el dato de que un perro viajó al espacio, ¿Pero de dónde provenía, cómo se preparó para esta experiencia, cuál fue el desenlace?

En este artículo de ExpertoAnimal queremos ponerle nombre a este valiente can y descubrirte toda su historia, la biografía de Laika, la perra astronauta.

Laika, una mestiza acogida para un experimento

Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraban en plena carrera espacial, pero en algún punto de este trayecto debían reflexionar acerca de cuáles serían las consecuencias para un ser humano si el mismo abandonaba este planeta.

Esta incertidumbre planteaba muchos riesgos, los suficientes como para no ser asumidos por ningún ser humano en primera instancia, por lo tanto, para la evaluación y el conocimiento de los mismos se decidió experimentar con animales.

Fueron varios los perros callejeros que se recogieron de las calles de Moscú con esta finalidad, en cierto modo, o al menos fueron las afirmaciones que trascendieron, se consideró que estos perros estarían más preparados para un viaje especial pues habían tenido que soportar condiciones de climas extremos y hambruna. Entre ellos se encontraba Laika, una perra mestiza de tamaño mediano con un carácter muy agradable, tranquilo y calmado.

El entrenamiento de los perros astronautas

Estos perros destinados a evaluar los efectos de un viaje espacial tuvieron que someterse a un duro y cruel entrenamiento que podría resumirse en tres puntos:

  • Eran colocados en centrifugadoras que simulaban la aceleración de un cohete.
  • Eran colocados en máquinas que imitaban el ruido de la nave espacial.
  • De forma progresiva se les encerraba en jaulas cada vez más pequeñas para que se acostumbraran al tamaño del que dispondrían en la cápsula espacial.

Obviamente la salud de estos perros (concretamente se retiraron 36 perros de las calles) fue mermando con este entrenamiento, la simulación de la aceleración y el ruido provocaba verdaderas subidas en la tensión arterial, además, como se encontraban cada vez en jaulas más pequeñas dejaron de orinar y defecar, lo que llevó a la administración de laxantes.

La historia que explicaron y la que verdaderamente sucedió

Por su carácter tranquilo y su reducido tamaño, Laika fue finalmente la elegida y el día 3 de noviembre de 1957 realizó un viaje espacial a bordo del Sputnik 2. La historia que explicaron minimizaba los riesgos, Laika estaba segura dentro de su cápsula espacial que además disponía de dispensadores automáticos de agua y alimento para asegurar su vida durante toda la duración del viaje, pero esto no fue así.

Se dijo que Laika falleció sin dolor al agotarse el oxígeno de la nave, pero esto tampoco fue así. ¿Entonces qué pasó en realidad? Ahora lo sabemos de manos de las personas que participaron en aquel proyecto y que le mostraron al mundo la triste verdad finalmente en el año 2002.

Lamentablemente Laika murió a las pocas horas de haber iniciado su viaje, presa de un ataque de pánico y afectada por un sobrecalentamiento de la nave. El Sputnik 2 continuó orbitando en el espacio con los restos de Laika durante 5 meses más, y cuando regresó a la tierra, en abril de 1958, se quemó al entrar en contacto con la atmósfera.0

Los días felices de Laika

El responsable del programa de entrenamiento para los perros astronautas, el doctor Vladimir Yazdovsky, sabía perfectamente que Laika no iba a sobrevivir, pero en cierto modo no pudo permanecer impasible ante el precioso carácter de esta perrita.

Días antes del viaje espacial de Laika decidió acogerla en su hogar para que pudiera disfrutar de los que serían sus últimos días de vida, durante estos breves días, Laika pudo sentirse acompañada por una familia humana y jugar con los niños que habitaban el hogar.

Sin lugar a dudas, este era el único destino que merecía Laika, que permanecerá en nuestra memoria por ser el primer ser vivo que viajó al espacio.

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