¿Cada cuánto bañar a un gato?

¿Cada cuánto bañar a un gato?

Lo cierto es que los gatos son de los animales capaces de mantenerse limpios por sí solos. No en vano no nos costará ver cómo pasan horas acicalándose, lamiendo todo su cuerpo y retirando cualquier suciedad que se encuentren, por pequeña que esta sea. Esta escrupulosa higiene es lo que explica que no suelan necesitar pasar por la bañera.

Pero, en ocasiones, por nuestro gusto personal, algún problema de salud o una mancha rebelde tenemos que bañar al gato. Para esos casos, en este artículo de ExpertoAnimal vamos a explicar cuándo, cómo y cada cuánto bañar a un gato.

¿Es necesario bañar a los gatos?

Como avanzamos, los gatos son animales que dedican una parte importante de su tiempo despiertos a mantener la higiene de su pelaje. Se lamen, se relamen y, con sus dientes y su lengua rasposa, se retiran cualquier suciedad que se les haya podido quedar adherida. Solo abandonan esta escrupulosa higiene cuando están enfermos. Por eso, un gato sano que viva en el interior del hogar es poco probable que necesite un baño. Sobre todo si contribuimos a su aseo cepillándolo con regularidad. Si observamos alguna zona sucia o con el manto en mal estado, es buena idea acudir al veterinario para saber por qué no se lava. Puede estar enfermo.

Además, muchos gatos no son nada fanáticos del agua. Aunque a algunos les gusta jugar con el chorro que sale de un grifo abierto, es muy distinto que se dejen empapar todo el cuerpo con el agua de la ducha. El ruido, la falta de control de la situación y la superficie poco agradable que ofrece la bañera hace comprensible que conseguir bañar a muchos gatos sea una misión imposible.

En conclusión, es mejor reservar el baño en bañera para casos excepcionales o para aquellos gatos que sí lo acepten sin grandes muestras de estrés. Para los demás, tendrá que bastar con su autoacicalado, los cepillados puntuales y limpiezas locales con champú en seco o toallitas para gatos.

¿Cuándo se puede bañar a un gato?

Vista la animadversión que suelen mostrar los gatos a los baños y lo susceptibles que son a cualquier cambio en su rutina, si tenemos pensado bañar al nuestro, lo recomendable es acostumbrarlo desde pequeño tanto a la bañera como al secador. Pero, ¿cuándo bañar a un gato bebé? Lo cierto es que no hay una respuesta única. En primer lugar, lo ideal es que los gatitos y su madre pasen juntos las primeras 8-10 semanas de vida. Después podrían trasladarse a sus nuevos hogares, completar su calendario de desparasitaciones y de vacunaciones y adaptarse a su nueva vida, lo que incluiría el momento del baño, siempre que el animal esté en el interior del hogar a una buena temperatura, utilicemos agua tibia y nos aseguremos de secarlo por completo. Por lo tanto, estamos hablando de gatos de 3-4 meses en adelante.

El problema es que, en ocasiones, por desgracia, encontramos gatitos abandonados mucho más pequeños que pueden estar realmente sucios. Hay que saber que durante las primeras semanas de vida no son capaces de regular solos su temperatura, por eso no es recomendable bañarlos. Pero, como tampoco es bueno que los dejemos sucios, podemos optar por la solución intermedia de limpiarlos con toallitas específicas para gatos o lavar solo alguna zona especialmente manchada.

Pero, ¿cuándo bañar a un gato por primera vez si ya es adulto? Si adoptamos un ejemplar que ya ha pasado la etapa de gatito, podremos bañarlo cuando se muestre tranquilo en el hogar y con nosotros y el veterinario nos dé el visto bueno. Cualquier gato que entre en casa tiene que ser revisado primero por este profesional para iniciar el calendario de desparasitación y de vacunas y asegurarnos de que está sano.

¿Se puede bañar a un gato sin vacunas?

La primera vacuna se acostumbra a poner a gatitos de unas ocho semanas de vida, con lo que, antes de las vacunas, ya hemos visto que el baño no es lo más recomendable. Si el gato es mayor pero no está vacunado o lo desconocemos, sí podemos bañarlo, de ser necesario, siempre, insistimos, con agua tibia y secándolo por completo. Eso sí, si lo acabamos de vacunar, mejor esperar unos días antes de bañarlo para no añadirle un factor de estrés.

¿Cada cuánto se baña un gato?

La frecuencia de los baños va a depender de las características de cada gato, tanto de su pelaje como de su modo de vida. No se mancha lo mismo un gato de pelo largo que uno de pelo corto, un ejemplar con acceso al exterior que otro que no sale de un apartamento o uno enfermo que no es capaz de acicalarse por completo. Por eso no hay una frecuencia fija que sea igual para todos los gatos. Debemos adaptarnos a las necesidades del nuestro.

La recomendación general es de un baño cada cuatro semanas, tres como mucho. Una frecuencia mayor podría acabar por afectar a la salud de la piel y del pelo, al eliminar su capa protectora. Por otra parte, escoge siempre productos de higiene específicos para gatos y adecuados a las características de tu ejemplar. Si tienes dudas, consulta en la peluquería felina.

¿Cómo acostumbrar a un gato a bañarse?

En este apartado vamos a explicar, paso a paso, cómo conseguir que nuestro gato se acostumbre al baño. En primer lugar, podemos hacer pequeñas aproximaciones a la ducha y al secador. Por ejemplo, dejándolo entrar al baño mientras nosotros nos duchamos o secamos el pelo. Si ni se acerca por el ruido, podemos atraerlo con algún juguete o premio y abrir la ducha con poca presión o encender al secador al mínimo. Se trata de que vaya familiarizándose con estos elementos. Incluso con premios podemos atraerlo al interior de la bañera o a algún barreño. Es mejor que en el suelo haya una toalla doblada o una alfombrilla antideslizante para que no se resbale. Podemos mojarlo con la mano sin encender la ducha, con movimientos suaves y siempre empezando por el lomo, a lo largo de la columna.

Conseguidos estos pequeños avances, podemos atrevernos a iniciar un baño. Para ello escoge un momento en el que tengas tiempo y estés tranquilo. Si estás estresado se lo transmitirás al gato y la experiencia será negativa. Puedes sujetarlo por la piel de la zona del cuello y la cruz, tal y como las gatas transportan a sus gatitos. Háblale con suavidad y échale agua con la ducha al mínimo, con algún recipiente para evitar el ruido o con la mano. Tiene que estar tibia. Si reacciona con agresividad o se estresa en exceso, da por concluido el baño. Es mejor volver a empezar de cero en otra ocasión. Se trata de ir avanzando hasta poder echarle champú, aclararlo y secarlo. La adaptación al secador te la explicamos en el artículo ¿Qué hacer si mi gato tiene miedo al secador?

Si no nos queda más remedio que bañar a un gato que no se deja, por ejemplo porque forma parte de un tratamiento o porque se ha manchado con alguna sustancia que hay que eliminar de inmediato, habrá que sujetarlo y mojar desde la cruz hasta la base de la cola, el pecho y las patas con la mayor rapidez posible y el mínimo ruido. No le eches agua en la cara y, mejor, evita la barriga, salvo que tu gato te permita tocarla. Con la misma rapidez aplica el champú, aclara y seca bien con un par de toallas y el secador. Manéjalo con tranquilidad aunque tengas prisa, felicítalo continuamente y dale premios.

Por último, si ni la adaptación ni los premios ni absolutamente nada funciona con tu gato a la hora de meterlo en la bañera, cuando no haya más remedio que lavarlo, tendrás que recurrir a una peluquería felina que cuente con veterinario para sedar al gato si es necesario y bañarlo y secarlo sin estresarlo.

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