¿Cómo dar un masaje a un gato?

¿Cómo dar un masaje a un gato?

Aunque los gatos tienen la inmerecida fama de ser unos animales poco cariñosos, lo cierto es que la gran mayoría de nuestros compañeros felinos va a disfrutar, enormemente, de los masajes que podamos dedicarle. Especialmente si queremos mejorar nuestro vínculo con él, la práctica de masajes está especialmente recomendada.

En este artículo de ExpertoAnimal, para conseguir los mejores resultados, vamos a explicar cómo dar un masaje a un gato para que se relaje en un paso a paso completo. Veremos los beneficios que nos puede aportar esta práctica, así como las precauciones que tenemos que adoptar y alguna información adicional sobre los masajes para gatos.

¿A los gatos les gustan las caricias?

Antes de explicar cómo dar un masaje relajante a un gato correctamente, debemos tener claro que a la gran mayoría de los gatos les gustan y disfrutan de las caricias que les proporcionamos los humanos. Los gatos son animales que hemos domesticado y esto ha permitido que, aún siendo adultos, mantengan unas características infantiles. Para ellos sus cuidadores humanos somos como sus madres y por eso nos solicitan y aceptan de buen grado nuestros mimos.

Si observamos a nuestro gato con atención nos daremos cuenta de que, cuando se frota contra nuestro cuerpo, siempre sigue un mismo patrón, comenzando en la cara y la cabeza y terminando por el cuerpo y la cola. Este comportamiento se explica porque son sus zonas favoritas para recibir nuestro contacto debido a la presencia de feromonas que les producen un efecto relajante. Este patrón que ellos siguen nos va a dar las pistas necesarias para que nosotros realicemos el masaje correctamente, como veremos.

Los beneficios de los masajes para los gatos

Dar un masaje proporciona beneficios a quien lo recibe pero, también, a quien lo realiza. Un masaje bien hecho constituye un momento de bienestar y relajación y funciona como una herramienta para combatir el estrés, lo que va a ser beneficioso para todos los gatos y, en especial, para aquellos más vulnerables por edad o enfermedad.

Además, la relación entre cuidador y gato va a reforzarse por un adecuado contacto físico. El masaje puede convertirse en una práctica, agradable para ambos, que va a establecer, mantener y agrandar el vínculo entre humanos y felinos. Para los humanos, acariciar a un gato supone, como poco y según los estudios, un descenso de la presión arterial, lo que contribuye al mantenimiento de la salud pero, además, es de sobra conocido el éxito de las terapias implantadas en hospitales, centros para mayores o escuelas en las que se fomenta el contacto físico entre animales y humanos.

Otro efecto beneficioso del masaje es que nos permite controlar el cuerpo de nuestro gato con lo que, con su práctica, podremos detectar en fases iniciales cualquier problema dermatológico, como alopecias, heridas o presencia de parásitos o, también, el crecimiento de algún bulto. Con ello conseguiremos una atención veterinaria temprana que, sin duda, va a favorecer el diagnóstico y el tratamiento de cualquier afección, redundando en beneficios para nuestro gato.

En el siguiente apartado nos ocuparemos de cómo dar un masaje relajante a nuestro gato.

¿Cómo dar un masaje relajante a un gato?

Si recordamos cómo busca contacto con nosotros nuestro gato, observaremos que las zonas cruciales para las caricias van a ser la cara, la cabeza, el cuello, el lomo y la cola, siguiendo el orden en el que él mismo nos saluda.

Así, para explicar cómo dar un masaje relajante a nuestro gato, continuaremos su patrón con las siguientes recomendaciones:

  1. Esperaremos a que el gato se nos aproxime para iniciar la sesión.
  2. Es básico que nosotros estemos en un momento en el que dispongamos de tiempo para dedicarle y estemos tranquilos. El estrés, las prisas o el nerviosismo por nuestra parte será percibido por el gato, de forma que es posible que prefiera alejarse.
  3. Debemos instalarnos en un lugar que nos resulte cómodo a ambos.
  4. El contacto debe empezar de forma oral, es decir, nos dirigiremos a nuestro gato hablándole con calma y cariño, de manera que sepa que estamos interactuando con él y que lo vamos a tocar.
  5. Una vez hayamos establecido contacto podemos comenzar a acariciarle los laterales de la cara, zona en la que va a liberar feromonas apaciguadoras que aumentarán su bienestar. Para estas caricias podemos emplear los dedos extendidos o incluso solo las yemas, ejerciendo una ligera presión.
  6. Si nuestro gato rechaza el contacto debemos parar inmediatamente y dejar el masaje para otro momento. Nunca, jamás, debemos forzarlo ya que resultaría contraproducente y nuestra relación con él se resentiría. El respeto es fundamental. Además, nuestros movimientos siempre tienen que ser suaves.
  7. Tras la cara podemos pasar la mano por la cabeza, centrándonos en la zona tras las orejas y el mentón. Podemos dibujar, también, pequeños círculos con la punta de los dedos.
  8. En el cuello podemos realizar los movimientos que ya hemos descrito y añadir, además, el "amasado" por los laterales, con cuidado siempre de no presionar la tráquea, pues podría resultarle molesto.
  9. Con la mano abierta, la pasaremos por el lomo, desde la cabeza al inicio de la cola, dando repetidas pasadas. Es posible hacer este ejercicio también por los flancos, evitando entrar en contacto con el vientre, ya que suele ser una zona en la que el gato no admite caricias al tratarse de una parte vulnerable de su anatomía.
  10. Por último, podemos realizar pasadas por la cola, de abajo a arriba.

La duración del masaje puede ser tan solo de 5 a 10 minutos, siempre adaptable a los deseos del gato, igual que las zonas masajeables, pues estas pueden diferir de un gato a otro. Lo importante es que observemos a nuestro gato y lo vayamos conociendo, siendo el masaje una de las mejores formas para relacionarnos con él.

Lenguaje corporal del gato durante el masaje

Además de explicar cómo dar un masaje relajante a un gato, tenemos que saber prestar atención a las señales que este puede emitir, pues constituyen su comunicación no verbal. Recuerda que conocer el lenguaje corporal de los gatos nos ayuda a comprenderles mejor y a comunicarnos de forma más positiva con ellos.

Podremos observar las siguientes reacciones:

  • Ronroneo: este sonido tan característico de los gatos, como sabemos, es una de las señales que nos indican que se encuentra a gusto, en este caso disfrutando del masaje.
  • Babeo: algunos gatos baban en momentos de placer, por lo que, si vemos hipersalivar a nuestro gato podemos tener la seguridad de que el masaje le está gustando.
  • "Amasado": son los movimientos de contracción y extensión que realiza el gato con sus dedos, igual que si amasara. Es un recuerdo de la primera etapa de su vida, pues es el gesto que realizan los gatitos en el pecho de su madre para estimular la salida de la leche. Es sinónimo de bienestar.
  • Orejas plegadas: si nuestro gato aplasta sus orejas contra su cabeza de forma que estas casi no sobresalen nos está indicando que no se encuentra a gusto e incluso que se está preparando para atacarnos si no dejamos de tocarlo. Los gatos pueden ser cariñosos pero no aceptar más que unas breves sesiones de caricias. Debemos respetarlos, prestar atención a sus primeras señales de incomodidad y, desde ese momento, suspender el masaje.

Por supuesto, cualquier principio de fuga o intento porque cesemos en el contacto implica dar por finalizado el masaje.

Profundizando en los masajes...

Ahora que sabemos cómo dar masajes relajantes a nuestro gato, podemos servirnos de accesorios que encontramos en el mercado, como los centros de masaje, unos utensilios con diferentes texturas especialmente diseñados para que sea el propio gato quien se masajee.

Estos masajeadores le sirven como entretenimiento, enriquecen el ambiente, sobre todo si está solo mucho tiempo, a la vez que mantienen la rutina de masajes. Por otra parte, otras técnicas como el Reiki, el método Tellington o el tapping pueden ayudarnos a profundizar en el contacto con nuestro gato.

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