Diferencias entre galgo y podenco

Tanto los galgos como los podencos son razas muy antiguas, pues las primeras evidencias de su existencia parecen remontarse a la época faraónica del antiguo Egipto, donde imágenes de perros muy similares a estos aparecían grabadas en sus representaciones artísticas y arquitectónicas.

Origen del galgo

El término "galgo" proviene del latín vulgar "gallicus canis" que significa "perro de la Galia". Los galgos están clasificados en el grupo 10 de la Federación Cinológica Internacional (FCI), el cual corresponde a los lebreles, tanto de pelo largo como de pelo duro y de pelo corto. Dentro de esta última categoría encontramos a uno de los principales representantes del grupo, el galgo español, un can con una larguísima tradición cazadora, que ya se utilizaba en las antiguas Grecia y Roma para correr tras las liebres y capturarlas. Se cree que el galgo español desciende de los remotos lebreles asiáticos y, aunque durante la Edad Media disminuyó mucho su población, en los siglos IX y X se consolidó como el perro de caza por excelencia en la Península Ibérica, tanto entre las comunidades cristianas como en las árabes.

Origen del podenco

Respecto a los podencos, se considera que estos perros descienden de razas egipcias como el tesem, un can ya extinto de características muy similares a las de los podencos modernos que acompañaba a los faraones y ejercía labores de protección y de caza. Otro argumento a favor del origen egipcio de los podencos es el parecido que guardan estos con la imagen del dios Anubis. La FCI los incluye en el grupo 5, correspondiente a los perros tipo spitz y tipo primitivo, aunque estudios más actuales demuestran la gran similitud genética de los podencos con otras razas de caza europeas, lo que indica que quizá estos perros no sean tan primitivos como se pensaba.

Conoce los diferentes Tipos de podencos que existen en este otro artículo.

Tanto los galgos como los podencos lucen una figura delgada, elegante y atlética, tienen hocicos finos, extremidades fuertes y una cola larga. No obstante, también se diferencian en varios aspectos físicos.

Los galgos presentan una trufa pequeña y, generalmente, de color negra, al igual que los labios y los ojos. Sus orejas también son bastante pequeñas, de inserción alta, triangulares y con la punta redondeada, se caracterizan porque, en la mayoría de galgos, se doblan por la mitad formando un ángulo recto que cae hacia atrás. Su profundo tórax y su natural delgadez hace que resulte sencillo palpar las costillas y la forma de la columna vertebral del galgo, la cual destaca sobre una espalda ligeramente arqueada.

Por otra parte, la trufa de los podencos puede presentarse en tonalidades negras, rosadas o marrones y también es frecuente que sus labios y sus ojos sean de un color más claro que el de los galgos. Uno de sus principales signos de identidad son sus grandes orejas triangulares que lucen perfectamente erguidas, proporcionándole al podenco una apariencia siempre atenta. Su cuerpo es similar al del galgo aunque, por norma general, la delgadez del podenco no es tan notoria y su espalda es más recta.

La altura media del galgo tiende a ser ligeramente superior a la del podenco, aunque existen diversas variedades de ambas razas, cada una con unas características físicas y un tamaño concreto, por lo que resulta complicado comparar la altura y el peso de los galgos con la de los podencos si hablamos de forma genérica. Conoce los distintos Tipos de galgos en este otro artículo.

Respecto a su pelaje, existen galgos de pelo corto, como es el caso del español, el italiano o el inglés, y galgos de pelo largo, como el afgano o el ruso, y todos ellos pueden presentar diferentes colores en su manto, desde el blanco hasta el negro, pasando por tonos crema, marrones, grises o incluso atigrados y tricolores. Con los podencos ocurre algo similar, aunque no hay variedades de pelo muy largo, sí las hay de pelo corto, como el ibicenco o el andaluz, y de pelo semilargo y áspero, como el portugués.

Galgos y podencos tienen un temperamento bastante similar. Son perros muy activos, sensibles y amigables. Ambas razas, pero muy especialmente los galgos, tienden a ser algo tímidas y reservadas, lo que facilita que adquieran miedos y fobias si no se les socializa correctamente desde cachorros. No obstante, si se atiende este aspecto y se cubren como es debido sus necesidades físicas, sociales y emocionales, estos canes disfrutan de la compañía de personas y de otros perros, son juguetones y rara vez muestran comportamientos agresivos. Aprende en este artículo Cómo socializar a un cachorro correctamente.

Los podencos tienden a ser algo más independientes y nerviosos que los galgos y, dado su marcado instinto cazador, es posible que la convivencia con animales más pequeños como gatos o conejos se complique y requiera de un concienzudo trabajo de adaptación.

Por su parte, los galgos suelen ser más tolerantes con otros animales, siempre que estén habituados a ellos. Necesitan largos paseos diarios para cubrir sus necesidades de ejercicio físico y de estimulación sensorial, preferiblemente por algún lugar por donde puedan correr o explorar el entorno libremente. No obstante, en casa son tranquilos y dormilones, por lo que se adaptan perfectamente a la vida en un piso.

Los galgos son velocistas, perros criados y seleccionados para la caza de conejos y liebres en campo abierto, por lo que, aunque no los utilicemos con este fin, es importante permitirles correr y realizar suficiente ejercicio físico y mental de forma diaria a través de paseos y juegos. Por otro lado, su característica complexión física requiere de una alimentación de muy buena calidad, ya sea en forma de pienso de alta gama, comida cocinada o dieta BARF, debemos asegurarnos de cubrir todas sus necesidades nutricionales, suplementarlos en caso de ser necesario y evitar el sobrepeso.

Los podencos también necesitan mucha actividad y ejercicio físico pero, además, tienden a ser algo más inquietos y excitables que los galgos, por lo que lo ideal es ofrecerles estimulación ambiental a diario en forma de juegos de olfato, masticación o juguetes interactivos que fomenten la autonomía y la toma de decisiones. Otra buena opción es realizar con ellos pequeñas sesiones diarias de entrenamiento de habilidades, pues, aunque tanto galgos como podencos son perros inteligentes, estos últimos suelen responder mejor a los ejercicios de obediencia.

Debemos tener en cuenta que ambas razas son muy sensibles, por lo que jamás debemos emplear castigos verbales ni físicos, pues esto podría afectar seriamente a su bienestar. Toda su educación debe realizarse utilizando metodologías de trabajo en positivo, con paciencia y empleando reforzadores.

En lo que respecta al cuidado del manto, todo depende del tipo de pelo que presente el perro, ya sea galgo o podenco. Aquellos de pelo corto no requieren más que un cepillado ocasional, mientras que los de pelo largo o semilargo necesitan, al menos, dos o tres cepillados semanales para prevenir la formación de nudos y mantener un pelaje sano.

En el siguiente vídeo hablamos de la estimulación mental en perros, algo realmente importanto en galgos y podencos.

Ahora que conocemos las diferencias entre galgo y podenco tanto físicas como comportamentales, hablaremos de los posibles problemas de salud. Los galgos son perros resistentes, con poca predisposición a sufrir patologías congénitas importantes y con una esperanza de vida bastante elevada. No obstante, su tradicional estilo de vida rural y muy activo supone para el galgo un mayor riesgo de sufrir luxaciones, distensiones o fracturas, así como enfermedades transmitidas por parásitos como garrapatas o por mosquitos como el flebotomo. Para evitar esto último es imprescindible desparasitar al galgo tanto externa como internamente y, por supuesto, cumplir con el calendario de vacunación indicado por nuestro veterinario. En este otro post indicamos Cada cuánto desparasitar a un perro.

El podenco también goza de una salud bastante sólida y un sistema inmune fuerte. En su caso, los golpes de calor o shocks térmicos son frecuentes durante las salidas al campo en verano, por lo que es imprescindible mantener a los podencos bien hidratados. Por otra parte, algunas variedades de podenco son especialmente sensibles a las alergias y problemas dermatológicos, lo que requiere un trato especial en cuanto a alimentación e higiene. Está muy extendida la idea de que los podencos ibicencos son inmunes a la leishmaniosis. Es cierto que se han encontrado indicios que apuntan a que esta raza podría presentar cierta resistencia a la enfermedad, pero no son totalmente inmunes a ella, por lo que sigue siendo imprescindible protegerles de los mosquitos a través de collares o pipetas repelentes.

Por último, debemos tener en cuenta que ambas razas son muy sensibles a las bajas temperaturas, por lo que debemos protegerlas del frío utilizando abrigos o evitando que pasen la noche en jardines o patios durante el invierno, pues esto puede repercutir gravemente en su salud.

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