Mi gato se pone agresivo en el veterinario

Mi gato se pone agresivo en el veterinario

A pesar de que existen gatos extraordinariamente dóciles, hay otros que se muestran nerviosos e incluso agresivos ante las situaciones nuevas, como la visita al veterinario. Si, además, estas situaciones las ha vivido el gato con anterioridad, y han incluido experiencias relativamente dolorosas (como por ejemplo, inyecciones), el felino las recuerda, con lo que su nerviosismo puede aumentar. Todo ello hace que la visita al veterinario, en ocasiones, se convierta en una experiencia desagradable para el gato, su dueño y para el propio especialista.

En ExpertoAnimal nos encantan los gatos y su bienestar, por ello, nos gustaría dar algunos consejos sobre qué hacer si tu gato se pone agresivo en el veterinario.

Planifica la consulta

Si tu gato es agresivo y no le gusta ir al veterinario, es importante hacer que no esté más tiempo del estrictamente necesario en su clínica, por el bien de todos. Con esto no nos referimos a que deba realizarse una consulta y revisión física escasa e incompleta, ya que, como veremos más adelante, nunca debe escatimarse el tiempo de consulta y exploración del animal y se deben realizar todas las pruebas necesarias, cuesten el tiempo que cuesten. Nos estábamos refiriendo a no tener que aguardar demasiado en la sala de espera del veterinario, ya que en este tiempo el animal está confinado en un transportín, en lugar desconocido en el que hay o ha habido otros gatos o incluso perros, con lo que el gato se va poniendo cada vez más y más nervioso y agresivo.

Para evitar esto en la medida de lo posible, y aunque siempre puede haber retrasos imprevistos, es aconsejable llamar antes al veterinario para solicitar cita previa, informando al mismo del carácter de nuestra mascota para intentar que nos dé cita en un momento en el que no se prevea gran ajetreo de trabajo que pueda acarrear demoras.

Relaciona el transportín con estímulos positivos

Los gatos son unos animales extraordinariamente inteligentes y saben cuándo estamos tramando algo, además tienen mejor memoria de lo que creemos. Por este motivo, y sobre todo si hemos tenido que acudir con el gato al veterinario con cierta frecuencia, el animal detecta las acciones que solemos realizar antes de llevarlo a la clínica, como por ejemplo, coger su cartilla sanitaria y, obviamente, introducirlo en el transportín, hecho que no solo hace que el gato se ponga agresivo en el veterinario, sino que también empieza a mostrar dicha actitud incluso antes de salir del hogar. Por eso, se aconseja evitar que el gato nos vea realizar tales preparativos.

En cuanto a introducirlo en la bolsa de transporte, hecho del todo inevitable, conviene acostumbrar al animal a estar en el transportín. Esto se puede conseguir metiendo al gato en el mismo en alguna ocasión en la que no vaya a salir de casa, sin que ocurra nada malo, y darle comida y premios mientras está en él. El objetivo es lograr que el felino asocie el transportín con estímulos positivos.

Si es un transportín clásico, de los que se puede quitar la parte de arriba y la puerta quedando solo la base inferior, parecida a una bandeja, puede resultar más fácil empezar por colocarlo en dicha bandeja y, cuando acepte estar en él, realizar esta acción con el transportín cerrado. Esto sirve para hacer que se acostumbre en la medida de lo posible y no lo vea como algo tan negativo.

Introducir una manta o juguete reconocible por el gato en el transportín para llevarlo con él al veterinario puede ser bastante útil.

Relaja a tu gato antes de ir al veterinario

Existen medios físicos o farmacológicos para reducir en parte la ansiedad y agresividad del gato antes de acudir al veterinario. Así, colocar unas pinzas en la parte posterior del cuello del gato, que es por donde les cogía su madre cuando eran cachorros, puede ayudar a tranquilizarles bastante. Venden pinzas disponibles a tal efecto en muchos centros veterinarios y tiendas especializadas, aunque pueden utilizarse unas de papelería, pero prestando atención para que la presión no sea excesiva y pueda lesionar la piel del animal. Si nunca antes has llevado a cabo esta práctica y tienes dudas, antes de dañar a tu gato consulta con el veterinario para que él te demuestre cómo hacerlo correctamente.

También se encuentran disponibles fármacos tranquilizantes que ayudan a reducir la ansiedad del gato. Estos medicamentos los deberá recetar el veterinario después de exponer el caso, ya que solo se pueden adquirir legalmente con prescripción veterinaria y, aunque si se utilizan correctamente son muy seguros, una mala dosificación de los mismos puede tener consecuencias fatales.

Por otro lado, desviar la atención del animal agresivo con sus juguetes favoritos o comida también pueden resultar buenas opciones, incluyéndolos después en su transportín como decíamos en el apartado anterior para mantener la calma durante le camino.

En el veterinario

Hay que recordar que, al vivir la mayoría de los gatos en la seguridad del hogar y no relacionarse con otros animales, suelen enfermar menos que los perros, con lo que, por lo general, acuden con menos frecuencia al veterinario que los canes, en muchos casos solo una vez al año para las vacunas. Por ello, ya que no suelen ser explorados por el veterinario, se hace necesario que cuando acuden al mismo la exploración sea lo más completa posible. Para esto es necesario que el gato colabore, algo que no siempre es posible. De esta forma, en los gatos que se ponen muy agresivos en el veterinario y nada logra calmarlos, es necesario recurrir a una sedación para poder explorarlos como es debido y no pasar nada por alto.

La sedación la debe realizar siempre el veterinario y, en ocasiones, es posible hacerla sin sacar el gato del transportín, aprovechando las ranuras del mismo para introducir la jeringuilla.

La importancia de la educación

Para concluir, decir que, en general, cuidar la educación del felino para conseguir que sea dócil es beneficioso no solo para evitar que el gato se ponga agresivo en el veterinario, sino por varios motivos. Un gato bien educado consigue comunicarse mejor con su compañero humano, hecho que potencia el vínculo entre ambos, ayuda a lograr una buena convivencia y a mantener al animal equilibrado y feliz.

No obstante, lamentablemente no se trata de una ciencia exacta, y no siempre la correcta educación es garantía de visitas veterinarias agradables. Por un lado, cada gato tiene un temperamento determinado que en ocasiones es difícil de cambiar por mucho que lo intentemos; por otro lado, a veces gatos agresivos pueden mostrase extremadamente sumisos en el veterinario y gatos tranquilos y bien educados presentar signos inesperados de agresividad al encontrarse en un ambiente extraño, siendo esto en parte impredecible. Por ello, es importante asegurar la correcta educación del animal, pero también disponer de los conocimientos adecuados para saber cómo actuar si finalmente el felino muestra signos de agresividad.

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