No puedo tener a mi gato, ¿dónde lo puedo dejar?

No puedo tener a mi gato, ¿dónde lo puedo dejar?

Lo habitual es que cuando una persona se decide a adoptar a un gato lo haga siendo consciente de que les espera una larga vida juntos y de que la convivencia implica una serie de obligaciones y cuidados para garantizar el bienestar del animal. Pero no todos los cuidadores asumen todas estas responsabilidades o surgen problemas graves, como una enfermedad o un fallecimiento, que impiden seguir haciéndose cargo del animal. En ese momento, si no puedo tener a mi gato, ¿dónde lo puedo dejar? Lo explicamos en el siguiente artículo de ExpertoAnimal.

Opción 1: cuidador a domicilio

Es posible que algunos cuidadores adopten un gato sin ser conscientes de la realidad que supone hacerse cargo de un ser vivo y se vean abrumados por la responsabilidad. Pero, aunque te arrepientas de tener gato, en ningún caso es su culpa.

Hay que saber que los gatos son animales muy sensibles a los cambios en su entorno y que el estrés, muchas veces por un manejo inadecuado, puede provocarles trastornos que afecten mucho a la convivencia, como el marcaje con orina fuera del arenero o la agresividad. Si es tu caso, la recomendación es que, antes de pensar en abandonarlo (así es como lo sentirá él), te informes bien sobre los cuidados básicos que necesita para garantizar su bienestar y reducir los problemas de convivencia. Sería recomendable que lo llevases al veterinario para descartar que tuviese algún problema de salud. Si está sano, se aconseja consultar con un profesional en conducta felina o etólogo para resolver problemas de comportamiento. Hay que tener en cuenta que resolver estos problemas puede llevar tiempo y se debe tener paciencia. Pero hemos contraído una responsabilidad con el gato en el momento de su adopción y esto nos obliga a agotar todas las vías posibles antes de pensar en abandonarlo.

En este tiempo, o si por cualquier eventualidad nos vemos en la obligación de tener que dejar al gato solo durante muchas horas, podemos pensar en contratar un cuidador a domicilio que se encargue de las necesidades básicas del gato en nuestra ausencia. Puede ser algún familiar, amigo o vecino de confianza. Si vamos a contratar a un profesional desconocido, conviene que revisemos sus referencias. Esta persona puede encargarse de acompañar al gato, limpiar el arenero y darle de comer cuando nosotros no podamos.

Opción 2: casas de familiares o amigos

Puede haber otras situaciones en las que se complique seguir cuidando del animal. Por ejemplo, ¿qué pasa si te mudas y no puedes llevar a tu gato? Si es un traslado prolongado o definitivo, no es viable que lo dejes en tu antiguo hogar con un cuidador. Pero tampoco deberías deshacerte de él, ya que has adquirido una responsabilidad para toda su vida en el momento de su adopción.

En estos casos, recomendamos estas opciones:

  1. Hablar con algún familiar o amigo que se pueda hacer cargo del animal durante tu ausencia o de manera definitiva, si no vas a poder volver.
  2. Tener en cuenta la posibilidad de llevártelo, aunque te mudes a otro país. En la actualidad, los gatos pueden viajar a prácticamente cualquier destino en los distintos medios de transporte y siempre es posible encontrar domicilios que admitan su presencia. El abandono no debería ser una opción más.

Opción 3: residencias para gatos

Una opción para aquellas personas que no tengan cerca familiares o amistades que se puedan hacer cargo del gato es recurrir a las residencias felinas. Son establecimientos especializados en los que se cuidan los gatos durante el tiempo que sea necesario. Por supuesto, suponen un coste y suelen establecer requisitos de admisión, como que el animal tenga puestas todas sus vacunas.

Antes de dejar al gato en alguna, conviene visitar las instalaciones y buscar testimonios de clientes para asegurarnos de que es un buen sitio. Una residencia no es una opción definitiva, pero permite ganar tiempo mientras no se le encuentra al gato otra alternativa. Supone cumplir con el compromiso adquirido con él en el momento de su adopción de cuidarlo durante toda su vida.

Opción 4: entrega en adopción

Otras veces, no existen las posibilidades que hemos repasado hasta ahora. No hay conocidos a los que recurrir ni se dispone de dinero para contratar cuidadores o residencias. Entonces, si no puedo cuidar de mi gato, ¿qué hago? La opción que queda es dar al gato en adopción.

Para ello, debemos difundir su caso por todas las vías posibles. Por ejemplo, repartiendo carteles por las clínicas veterinarias o difundiendo en redes sociales. Puede ser difícil encontrar hogar para un gato, sobre todo si ya es adulto, y es un proceso que se puede demorar en el tiempo. En cualquier caso, es fundamental encontrar un buen hogar. No debemos ceder al gato al primero que aparezca si no tenemos unas mínimas garantías de que va a estar bien.

Hay que recordar que todos los gatos, según la Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales, deben estar microchipados y, si se dan en adopción a otra persona, es necesario acudir al veterinario para cambiar la titularidad de forma legal.

Opción 5: asociaciones protectoras

Si ya no puedes tenerlo y te preguntas dónde puedes dejar a tu gato para que lo adopten porque no puedes esperar a encontrarle otra casa, tienes la opción de recurrir a las asociaciones protectoras. Teóricamente, estas entidades, la mayoría de financiación privada, cuentan con instalaciones o casas de acogida en las que recogen a los animales que buscan hogar. Durante su estancia reciben los cuidados necesarios e incluso educación especializada si existe algún problema de comportamiento.

Pero la realidad es que las asociaciones protectoras están saturadas y es verdaderamente difícil que puedan recoger a un animal de inmediato. Además, incluso aunque lo puedan acoger al momento, hay que saber que el traslado a un nuevo hogar supone un estrés elevadísimo para la mayoría de los gatos. Solo hay que ponerse en la piel del animal para entenderlo. Imagina un gato adulto que ha vivido durante años en un hogar, con unas rutinas y unas personas conocidas, con su olor impregnado en su territorio, que, de repente, sin que él pueda comprender lo que está pasando, se ve en otro lugar, por completo desconocido, con extraños y olores nuevos.

El estrés es evidente y es lo que explica que estos gatos abandonados (así es como lo viven) dejen de comer e incluso puedan fallecer. Estas situaciones son todavía más graves cuando los gatos van a instalaciones grandes donde hay muchos otros animales.

Opción 6: perreras

Las perreras no son exactamente lo mismo que las asociaciones protectoras. Suelen estar mantenidas con fondos públicos y gestionadas por ayuntamientos o diputaciones. Tienen la obligación de recoger a todos los animales de la zona en la que trabajen y sus condiciones de vida acostumbran a ser peores que las que ofrecen las protectoras.

Muchas no cuentan con espacios reservados para los gatos, que se instalan en jaulas con lo mínimo para sobrevivir. Cuando sí hay instalaciones para ellos, es habitual que estén sobresaturadas. Si ya es cruel dejar a un gato, en una perrera lo condenamos a una vida terrible. Estos centros de recogida no suelen siquiera publicitar los animales que recogen, con lo que se complica que tengan otra oportunidad.

¿Cómo dejar a mi gato?

Como hemos explicado, los gatos son especialmente sensibles a cualquier modificación de su entorno. Si se ven obligados a dejarlo, deberíamos seguir algunas recomendaciones para reducir el impacto de los cambios. Por desgracia, es poco probable que se puedan implantar si se deja al gato en una perrera. Recomendamos los siguientes:

  • Adaptar al animal a su nuevo hogar poco a poco. Para ello conviene recurrir a feromonas tranquilizadoras tanto en la casa actual como en la siguiente, como estas disponibles en Amazon: Comprar feromonas para gatos de Feliway.
  • Mezclar los olores, por ejemplo, ofreciéndole al gato algún objeto de la casa nueva para que vaya reconociendo el olor y lo procese como seguro. Al trasladarlo debería ir al nuevo hogar con algo con su olor, como una cama, un rascador, un transportín, juguetes, etc.
  • Mantener su rutina. Conviene que en la nueva casa el gato siga comiendo lo mismo de siempre y mantenga la misma rutina en cuanto a horarios de alimentación, juego, descanso, etc.
  • Prepararle un refugio. En el nuevo hogar lo ideal es que se le prepare un cuarto en el que pueda estar tranquilo y solo, con una cama, algún objeto de su casa anterior, comida, agua, un lugar donde esconderse, un rascador y, sobre todo si es joven, algún juguete. Según se vaya tranquilizando, se le puede ir abriendo la puerta para que conozca el resto del hogar. No hay que forzarlo a salir ni a interactuar.
  • Presentarle adecuadamente a otros animales. Si en la casa hay otros animales, las presentaciones deben hacerse siguiendo las pautas adecuadas para minimizar el estrés y favorecer la convivencia. Te lo contamos todo aquí: "¿Cómo presentar a dos gatos?".

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