¿Por qué los perros odian a los gatos?

¿Por qué los perros odian a los gatos?

Siempre se ha creído que la rivalidad entre perros y gatos es natural. Seguro que más de una vez has escuchado la expresión "llevarse como el perro y el gato" para hacer referencia a dos personas que no tienen una buena relación entre ellas, pero, ¿es realmente cierto el mito de que ambas especies se odian entre sí?, ¿va esto implícito en su naturaleza?

Cuando dos animales tan diferentes como perros y gatos conviven en un mismo espacio pueden surgir ciertas tensiones y conflictos entre ellos. No obstante, también existe la posibilidad de que desarrollen un fuerte vínculo y se acaben convirtiendo en grandes amigos. En este artículo de ExpertoAnimal analizamos ambos escenarios y te contamos si es cierto que los perros odian a los gatos o no. ¡Sigue leyendo!

¿Es verdad que los perros y los gatos se llevan mal?

Ninguna especie animal se lleva intrínsecamente mal con otra, pues la relación que establecen dos o más individuos entre sí depende de muchísimos factores y no únicamente de la especie a la que pertenezcan. Por lo tanto, sería erróneo generalizar y afirmar que perros y gatos se odian y no pueden convivir de manera pacífica en un mismo hogar.

Lo cierto es que ambos animales se asemejan en muchos aspectos, pero también difieren en otros que pueden entorpecer la relación entre ellos. Los perros son mamíferos gregarios, viven en grupo (del cual formamos parte los humanos), establecen normas sociales y, en cierta manera, dependen los unos de los otros para sobrevivir y para tener calidad de vida. No obstante, los gatos son mucho más independientes y, aunque también forman ocasionalmente grupos de convivencia estables, no muestran tanta codependencia entre ellos ni hacia otras especies.

La diferente forma que tienen, por naturaleza, perros y gatos de comunicarse e interactuar con sus congéneres hace que en ocasiones les resulte complicado entenderse entre ellos o interpretar las intenciones del otro, generándose cierta desconfianza o recelo. Pero, ¿significa esto que perros y gatos jamás terminarán de aceptarse mutuamente aunque convivan juntos?, ¡para nada!, pues, al igual que hacemos las personas, ellos pueden aprender a tolerar la presencia del otro, a comunicarse de manera eficaz y a respetarse mutuamente, llegando incluso a establecer una verdadera amistad en muchos casos.

¿Por qué mi perro odia y persigue a los gatos?

Si te preguntas por qué los perros persiguen a los gatos, les ladran, gruñen o se alteran en exceso cada vez que ven alguno, ¡no significa que los odien por el simple hecho de ser gatos!, existen varias causas que pueden explicar estos comportamientos. Si es el caso de tu perro, a continuación te mostramos las razones más frecuentes que pueden explicar por qué "odia" a los gatos:

No ha socializado nunca con gatos o no está habituado a ellos

Si un perro jamás ha tenido contacto con gatos durante su etapa sensible de socialización (de las tres semanas a los tres meses de edad) o no ha pasado por un proceso de habituación a los mismos en ningún momento de su vida, es muy posible que reaccione de manera desproporcionada cada vez que aparece un gato en escena. A veces el comportamiento del perro es, simplemente, producto de la curiosidad que siente por ese animal al que no está acostumbrado a ver, pero, en muchas otras ocasiones, guarda relación con un sentimiento de miedo e inseguridad ante lo desconocido. No todos los perros expresan el miedo de la misma forma, algunos se paralizan, otros huyen o se esconden y un gran número de ellos ladran, gruñen, se erizan o incluso persiguen a la potencial amenaza, intentando ahuyentarla.

Ha tenido alguna mala experiencia relacionándose con gatos

Otro posible motivo por el que tu perro parece odiar a los gatos es que haya experimentado algún episodio traumático o desagradable al relacionarse con alguno. Muchas veces, los canes que están más acostumbrados a la presencia de gatos o aquellos de carácter más curiosos o intrépido, se toman "demasiada confianza" con los felinos que se cruzan en su camino, acercándose de forma invasiva a olfatearlos o a intentar jugar con ellos. Si el gato en cuestión se siente amenazado, puede atacar al perro con sus garras o dientes, asustándole o provocándole alguna lesión. Como consecuencia de esto, es posible que el perro asocie, desde ese momento, la presencia de gatos con la experiencia negativa y que comience a reaccionar de manera indeseada ante ellos.

Posee un marcado instinto de caza y/o presa

Todos los perros, independientemente de su raza, poseen cierto instinto cazador, pues son animales principalmente carnívoros con un ancestro común: el lobo. Una secuencia completa de caza está compuesta por varias conductas que se realizan siempre en el mismo orden y que son la búsqueda del objetivo, el acecho del mismo, la persecución y, por último, la presa, que hace referencia a la sujeción a través de la mordida. Para cubrir unos u otros intereses humanos, la crianza selectiva ha ido potenciado y puliendo a lo largo de los años estos instintos en ciertas razas consiguiendo, por ejemplo, perros con superolfato especializados en la búsqueda y el rastreo, otros que muestran conductas innatas de acecho desde muy temprana edad o canes velocistas capaces de alcanzar a un conejo en plena carrera. Así pues, la genética también es un aspecto a tener en cuenta si tu perro tiende a perseguir o cazar gatos. Por ello, si tu perro mata a los gatos, los persigue y ataca brutalmente, es muy probable que la genética sea el factor determinante en este caso.

¿Cómo hacer que mi perro no odie a los gatos?

Para poder modificar la conducta de tu perro lo primero que debes lograr es identificar bien la causa de su comportamiento, comprender la emoción que se oculta tras este y aprender a cuantificarlo. Aún cuando la causa del comportamiento de tu perro sea, en parte, genética, existen ejercicios que puedes poner en práctica con tu peludo y que le ayudarán a aumentar su nivel de tolerancia hacia los gatos, tanto si los encuentra por la calle como si comparte su hogar con uno o más.

En este artículo te proponemos algunas pautas para empezar a trabajar con tu perro pero, como siempre, si te preocupa este o cualquier otro comportamiento, te recomendamos contar con el asesoramiento de un etólogo o educador canino profesional que trabaje con una metodología respetuosa y que estudie a fondo vuestro caso concreto.

¿Cómo hacer que mi perro no odie a los gatos de la calle?

La relación que un perro establece con cada individuo es única y diferente, lo que explica por qué un can que convive sin problemas o que tiene buena relación con un gato en casa puede después reaccionar de forma explosiva ante los gatos desconocidos que encuentra por la calle. Sea este tu caso o no, debes habituar a tu perro a la presencia de gatos, especialmente si vives en una zona donde resulta fácil encontrarlos durante vuestros paseos. Para ello, comienza manteniendo la máxima distancia posible con todos los que os encontréis, aunque tengas que cambiar el recorrido o dar media vuelta. Lograr que el perro se acostumbre a los gatos y los ignore resultará más complicado si los tiene a su alcance.

En cuanto tu perro vea a un gato, reduce el paso y, antes de que reaccione de manera desproporcionada, trata de desviar su atención hacia ti diciendo su nombre o a través de algún comando como el "mírame", que tendrás que enseñarle previamente. En el preciso momento en que el can enfoque su oído o su mirada hacia ti, dile "¡muy bien!" y refuérzale. A continuación, invítale a seguirte y da media vuelta o coge distancia con respecto al gato.

Con este ejercicio se pretende ir creando poco a poco una asociación entre los gatos y el reforzador, invitando al perro a ignorar al felino a cambio de obtener algo que le guste. Eso sí, debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones, especialmente en los perros con gran instinto cazador, la búsqueda, el acecho o la persecución de gatos son reforzadores en sí mismos y, además, son mucho más potentes que cualquier comida que le podamos ofrecer. Por este motivo, en el caso de estos perros es una buena opción utilizar como reforzador un juego que, igualmente, le permita saciar este instinto de caza, como agitar un mordedor o lanzarle una pelota en dirección contraria.

Nunca castigues o grites a tu perro si reacciona ante un gato y evita los tirones secos y bruscos de correa, pues pueden empeorar la situación. Recuerda que la modificación de conductas es un proceso lento que requiere paciencia y en el que es normal que existan algunas recaídas.

¿Cómo hacer que mi perro no odie a mi gato?

Para un perro, comenzar a convivir con un gato supone un gran cambio en su vida y no todos los canes parecen estar conformes con ello. Muchas veces surgen conflictos que los tutores no comprenden o no son capaces de solventar y, en la mayoría de los casos, se pueden prevenir realizando una buena presentación entre ambos animales.

El proceso de adaptación de los animales puede ser largo y costoso, pero debes evitar forzar cualquier tipo de interacción entre ellos si alguno no se siente cómodo. A continuación, te damos algunos consejos para facilitar la convivencia:

  • Durante los primeros días, delimita los espacios de ambos animales a través de barreras físicas y procura que ambos cuenten con zonas donde puedan descansar tranquilos.
  • Presenta a cada uno objetos impregnados con el olor del otro para que comiencen a habituarse a él. Poco a poco, permite que se vean o se acerquen si están calmados, siempre manteniendo medidas de seguridad.
  • Mantén la calma durante sus interacciones, procura no levantar la voz o hacer movimientos bruscos.
  • Asegúrate de que el gato tiene acceso a lugares altos, se sentirá más seguro.
  • Presta la misma atención a ambos y refuerza toda interacción positiva entre ellos.
  • Entrena con tu perro ejercicios de autocontrol para evitar que persiga constantemente al gato por casa, proporciónale suficiente enriquecimiento físico y ambiental y juega con él para saciar su instinto de caza.

Si a pesar de poner en práctica todos estos consejos, notas que tu perro odia a los gatos, incluido a su compañero de hogar, nuevamente, te recomendamos acudir a un etólogo o educador canino.

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