¿Por qué mi gato me tiene miedo?

¿Por qué mi gato me tiene miedo?

¿Ha llegado un nuevo felino a la familia y parece estar siempre asustado de ti? ¿Tu gato ha sufrido cambios en su comportamiento y ahora te muestra temor? ¿Ha llegado incluso a atacarte? Aunque este comportamiento es muy frustrante para el humano compañero del gato, debemos entender que el miedo es un estado natural en todas las especies y, a pesar de que no queramos hacer otra cosa que darle cariño, quizás no lo hacemos de la forma más correcta para el gato.

Si te preguntas por qué tu gato te tiene miedo continúa leyendo este artículo de ExpertoAnimal, donde conocerás más sobre la etología de esta especie y encontrarás pautas para ayudar a tu gato y su miedo.

¿Cómo saber si un gato tiene miedo?

En primer lugar, debemos aprender a diferenciar si nuestro gato está asustado de otros comportamientos o nos tiene miedo, pero también debemos tratar de averiguar qué grado de miedo sufre. Cuando la intensidad del miedo es baja, el gato mostrará comportamientos tales como bajar la postura y midriasis (o dilatación de las pupilas).

Conforme aumenta el nivel de miedo, el gato aplana las orejas lateralmente, se produce piloerección o erizamiento del pelo y vocalizaciones como gruñidos o siseos. Si la intensidad se vuelve alta, el gato adquiere una postura latero-ventral (sobre un lado, mostrando el vientre) y expone dientes y garras. Llegado a este estado podría atacar si no tiene otra escapatoria, aunque en general, un gato prefiere evitar una confrontación.

Durante el proceso de miedo los niveles de adrenalina y cortisol aumentan. Esta última es la hormona del estrés, por lo que un gato asustado es un gato estresado. Si además el gato vive en constante estado de miedo puede desarrollar un estrés crónico, muy dañino para su salud física y mental.

La introducción de un gatito en el hogar y la neofobia

Todos los animales con un sistema nervioso central desarrollado muestran instintivamente miedo hacia cosas o situaciones nuevas, esto se conoce como "neofobia". El centro neurológico del miedo es la amígdala, que no sólo influye en la reacción frente al miedo, sino que actúa ante los miedos condicionados o aprendidos.

Cuando introducimos un gatito en el hogar por primera vez, todo es nuevo para él y, posiblemente, espeluznante. Es totalmente normal que el gato se muestre asustado en una casa nueva y que observemos que tiene miedo de todo, incluso es normal que te preguntes por qué mi gato me tiene miedo. Debemos dejarle tiempo y espacio para que se adapte, conozca el hogar y sus miembros. En un gato, este periodo puede abarcar desde varios días a meses.

Todas las crías de vertebrados poseen un período durante su infancia conocido como "periodo sensible", en el cual el animal es más receptivo a todos los estímulos que le rodean, teniendo mayor capacidad para aprender y desarrollar capacidades. El periodo sensible en gatitos se produce entre la segunda y séptima semana de edad. Aprenden a comunicarse, afiliarse y crear vínculos con personas. Una buena socialización en el gato cachorro reduce el riesgo de agresividad por miedo.

Karsh y Turner (1988), dos científicos, investigaron el grado de sociabilidad hacia los humanos que poseía un gato adulto en función de cuánto se le manipuló durante la infancia. Observaron que una mayor manipulación de los gatitos los hacía más tolerantes con las personas. No obstante, el 15% de los gatitos en el experimento eran "resistentes" a la manipulación, es decir, no se mostraban más tolerantes. Esto determina que existe además un factor genético influyente (temperamentos excitables e hiperactivos).

La manipulación temprana afecta específicamente a la percepción del gato sobre las personas conocidas y no conocidas. Además, la capacidad para comunicarse socialmente con humanos necesita mantenimiento, pues pueden perder la sociabilidad.

Miedo en los gatos por traumas o enfermedades

Si en lugar de introducir un gatito introducimos un gato adulto en nuestro hogar, probablemente desconoceremos su pasado y no sabremos si el miedo que le transmitimos es aprendido o si se trata neofobia. Desconocemos si el gato ha vivido situaciones traumáticas, tales como el maltrato o el abandono. Es importante señalar que no es fácil diferenciar el miedo de un gato por maltrato del que padece otro por abandono y falta de socialización, pues ambos individuos tendrán miedo a la gente.

Ante esta situación, el período de adaptación aumenta. Debemos intentar que el gato esté en un ambiente muy relajado, tener siempre un comportamiento positivo hacia él y dejarle su espacio.

En otras ocasiones, este miedo aparece espontáneamente y el gato se muestra asustado sin motivo. Comienza a mostrarse receloso al contacto, evita a su compañero humano y lleva a cabo ciertas conductas confundibles con el miedo, como la midriasis. En este caso podemos encontrarnos ante un gato enfermo que, debido al dolor, muestra una actitud negativa ante la manipulación.

A diferencia de los perros, no siempre es fácil detectar los signos de dolor en los gatos, no obstante, podemos observar que el gato se esconde y no quiere salir, parece asustado, tiene miedo a otro gato o a las personas del hogar (cuando antes no lo tenía) e incluso parece que tiene miedo de repente ante situaciones a las que está totalmente habituado.

El tratamiento del miedo en los gatos

Ante todo, es importante realizar un estudio veterinario previo que certifique que el animal no presenta ningún problema físico. Una vez determinado que el gato no padece ninguna enfermedad, se pueden utilizar técnicas de modificación de conducta, como la desensibilización y el contra-condicionamiento.

Como somos nosotros los que infundimos el miedo, nuestra presencia es la que actúa como un estímulo aversivo, por lo que podemos positivar nuestra presencia acercándonos al gato de forma pausada y tranquila, así como mostrando golosinas apetecibles para atraer su atención. No se debe tocar al gato hasta que él no llegue a frotarse contra nosotros de forma voluntaria.

Otra opción es permanecer cortos periodos de tiempo en la habitación donde está el gato, realizando alguna actividad tranquila, como la lectura, transmitiendo al animal calma y confianza. Nunca debemos forzar al animal, debe ser él quien decida tenernos como compañero.

Además, es fundamental reconocer situaciones que pueden inducir miedo al gato y evitarlas, como mirarlos fijamente a los ojos, inclinarse sobre ellos en una posición de superioridad, producir sonidos a un alto volumen e inesperados. Prevenir la exposición a circunstancias que provocan temor es clave para disminuir el estrés y resolver el problema. Si el gato experimenta una situación de miedo, es mejor evitar al gato que tratar de calmarlo, ya que puede derivar a agresividad redirigida.

Si observamos que, pasado un tiempo, el comportamiento del gato no mejora e incluso va a más, será el momento de contactar con un profesional, como un veterinario especializado en etología.

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