¿Qué comen las musarañas?

Las musarañas tienen preferencia por lugares húmedos y con bastante vegetación, ya que sin duda en estos sitios proliferan muchas más opciones para su variada alimentación. Sin embargo, algunas especies pueden habitar zonas desérticas y pedregosas. En este sentido, los ecosistemas donde podemos ubicar a las musarañas son:

• Bosques.
• Praderas.
• Dunas.
• Áreas montañosas.
• Límites de ríos y lagos.

De forma más específica, se pueden ubicar en diferentes alturas, que van desde el nivel del mar hasta los 2.000 metros aproximadamente. Viven en varios países del mundo, con excepción de Australia, Nueva Zelanda, Nueva Guinea y la Antártida. En América están presente en algunas zonas.

Las musarañas son animales bastante solitarios y muy territoriales. Sin embargo, durante el invierno y al momento de la reproducción, pueden compartir sus nidos, los cuales cavan bajo tierra, aunque también ocupan cuevas abandonadas por otros animales. Las hembras solo aceptan a un macho para la reproducción, pero estos sí pueden estar con más de una hembra a la vez.

Por otro lado, las musarañas cuentan con una tasa metabólica tan alta, por lo que pasan la mayor parte del día activas, teniendo cortos periodos de sueño. En invierno no hibernan, sin embargo, algunas especies pueden tener algunos periodos de letargo.

Para poder orientarse a lo largo del día, algunas especies de musarañas tienen la capacidad de utilizar la ecolocalización (sistema como el que usan los murciélagos), que consiste en emitir ultrasonidos, con el fin de reconocer el área en la que se encuentran.

Por otro lado, este grupo posee una estrategia bastante efectiva para evitar a posibles depredadores, y es la presencia de unas glándulas odoríferas que les hacen producir un olor bastante desagradable, por lo que no resultan apetecibles para carnívoros con un buen sentido del olfato. Sin embargo, pueden ser depredadas por animales con un sentido olfativo deficiente, como es el caso de algunas aves.

Existen especies de musarañas capaces de producir sustancias tóxicas que se mezclan con su saliva. Tal es el caso de la musaraña rabicorta americana (Blarina brevicaud), que posee glándulas submandibulares donde se produce la saliva junto al compuesto tóxico. También el registro fósil evidencia otras especies de musarañas venenosas que se han extinguido, como por ejemplo la especie Beremendia fissidens.

Ahora, sobre esta peculiaridad de producir veneno (un rasgo muy poco común en esta clase de vertebrados), los científicos tienen dos posturas al respecto que se vinculan con el tema de la alimentación de las musarañas:

• Para paralizar a la víctima: por un lado, se plantea que debido a la necesidad que tienen de consumir grandes cantidades de alimentos, el veneno (una sustancia neurotóxica) no mata a la presa pero sí la paraliza, por lo que se usa para mantener en su madriguera a los animales inmóviles.
• Para defenderse: el otro planteamiento está vinculado a una estrategia evolutiva del grupo, la cual utiliza para enfrentarse a animales mucho más grandes, lo que requiere un mayor esfuerzo y gasto de energía. Así, al morder e inyectar el veneno neurotóxico, su presa estaría indefensa a pesar de tener un mayor tamaño que la musaraña.

Un aspecto que sí está claro es la agresividad con la que estos animales pueden atacar al cazar. De hecho, sus dientes son armas vitales para estos momentos. Eventualmente, las musarañas pueden perder algunos de sus dientes. Cuando esto ocurre, mueren en poco tiempo debido a la imposibilidad de alimentarse según sus requerimientos.

El mundo animal no deja de sorprendernos, el tamaño y el aspecto de una especie no siempre es indicativo de lo que son capaces de hacer, como se ejemplifica en el caso de la musaraña, que aunque pequeña y de apariencia frágil e inofensiva, ataca a sus presas de una manera feroz, estando entre los mamíferos más activos del planeta.

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