Caballo frisón

Los caballos frisones son autóctonos de Holanda, siendo los únicos caballos originarios de dicho país. En concreto, provienen de la preciosa provincia de Frisia, donde el caballo frisón era realmente apreciado desde sus orígenes, que se remontan antes del 500 a.C., por lo que estamos ante una raza equina realmente antigua. Ya en el siglo I d.C. se plasmaba a estos équidos en mármoles y obras de arte de la época, donde aparecían acompañando a monarcas y soldados. Tan apreciada era en Frisia, que los locales perpetuaron la existencia de estos caballos, debido a lo valiosos que eran tanto para la guerra como para labores ganaderas, mientras que el resto de razas de caballos holandesas acabaron desapareciendo.

Esta raza se mantuvo pura hasta la época de las cruzadas, momento en el que comenzaron a realizarse cruces entre frisones y pura sangre árabes o pura sangre españoles. Fue en el siglo XIX cuando la raza se situó al borde de su desaparición, algo que no es casual, ya que coincide con el final de los feudos y las grandes plantaciones donde los frisones desarrollaban sus labores.

Pero los frisones consiguieron reflotar gracias a sus dotes para las carreras, las cuales se convirtieron en una de las fiestas más populares en las provincias holandesas en esa época. Con la llegada de otras razas más competitivas en el ámbito, el papel del frisón como caballo de carreras terminó en 1891, momento en el que se realizó la última carrera de caballos frisones en la provincia de Friesland. También tuvieron que competir con otras razas más rudas en la ganadería, por lo que los frisones se vieron seriamente amenazados. La raza actualmente está asegurada gracias al desarrollo y conservación de la misma por parte de la Het Friese Paarden-Stamboek, una asociación reconocida en 1954 por la Reina Juliana como Real Asociación.

Los caballos frisones presentan un sólido y robusto cuerpo, con un peso considerable, pues hay ejemplares que llegan a alcanzar incluso una tonelada de peso. Pese a ello, lo más frecuente es que un frisón pese entre 600 y 900 kilogramos, midiendo unos 1,60 y 1,70 metros de altura a la cruz. La esperanza de vida de un frisón suele oscilar entre los 25 y los 30 años. Sus patas son cortas y su cuello muy erguido, el pecho es grande y al igual que el resto del cuerpo también musculoso. La cabeza tiene un corte realmente elegante, alargada y de mandíbulas ligeras. Presenta unos ojos grandes y brillantes, de mirada profunda y expresiva, y unas orejas pequeñas y puntiagudas.

El pelaje de un frisón se considera el punto fuerte de la raza, con una crin y una cola tupidas y en las que a veces se generan trenzas de forma espontánea, imperfectas pero muy bellas. Presentan un mechón de pelo en la parte final de sus patas, así como un flequillo en la cabeza que se conecta con la crin, dando una forma arqueada a su cuello. El único color aceptado en los frisones es el negro total o absoluto, aunque se han llegado a reconocer ejemplares con capas azabache o marrones casi negros, se aceptan pequeñas manchas blancas en la frente .

Una de las razones por las que los caballos frisones han sido tan valorados históricamente es la combinación de su fuerza y robustez, así como su especial carácter. Estos caballos se caracterizan por tener un temperamento tranquilo y muy amigable, además son sociables y equilibrados. Todo ello convirtió a lo frisones en los caballos ideales para desempeñar labores en ámbitos tan diferentes como la ganadería, la agricultura, la guerra, las carreras o la doma, siendo una raza realmente versátil en este sentido.

Son caballos ideales para la doma clásica debido a las grandes habilidades que son capaces de adquirir en muy poco tiempo de aprendizaje, pues son atentos e inteligentes. También son fantásticos en las escuelas de equitación, donde juegan a su favor su estupendo temperamento y su docilidad, participando en la enseñanza de la equitación en escuelas hípicas superiores.

Para que nuestro frisón esté en las mejores condiciones hemos de prestarle ciertas atenciones. Una de ellas es el cuidado de sus orejas, estas han de permanecer siempre limpias y aseadas, de esta forma evitaremos complicaciones como las obstrucciones auditivas, para limpiarlas podemos recurrir a una gasa o paño y limpiar la parte más externa del canal auditivo, siempre con mimo y cuidado y vigilando que quede bien seco.

También hemos de vigilar el estado de su dentadura, velando por que esta esté cuidada y limpia. Además se recomienda que se realicen revisiones bucodentales por parte de un especialista con cierta regularidad. De esa forma se podrán detectar anomalías antes de que estas supongan un riesgo para la salud de nuestro caballo, como maloclusiones, abscesos o infecciones.

Por último, cabe destacar la importancia de mantener el pelaje de nuestro frisón en buenas condiciones, para ello hemos de realizar al menos un cepillado diario, retirando la suciedad y el exceso de pelo. En este sentido, se recomienda el uso de la almohaza o rasqueta para eliminar el exceso de pelo suelto que se haya adherido por el sudor y de esta forma mantener el pelaje siempre presentable. También se recomiendan los baños, aunque se ha de limitar el uso de jabón, ya que no es recomendable abusar de él.

Para terminar resaltaremos la importancia de ofrecer una alimentación equilibrada y de calidad al individuo, permitiéndole además pastar con tranquilidad para un mayor bienestar, así como dejar a su disposición en todo momento agua fresca y limpia.

Pese a todas las bondades que presenta el caballo frisón, debemos saber que son animales delicados y que pueden presentar cierta predisposición genética al desarrollo de ciertas enfermedades de los caballos. Una de las patologías que más preocupan a los propietarios de un caballo, sea este de la raza que sea, son los cólicos, muy dolorosos y normalmente síntoma de que algo no marcha bien en el aparato digestivo de dicho caballo. Estos cólicos pueden indicar la presencia de alteraciones intestinales de diverso tipo y gravedad, por lo que no han de ser ignorados, siendo recomendable realizar una revisión con un veterinario especializado en caballos.

Por otra parte, se ha comprobado que los frisones son caballos especialmente sensibles al estrés, pues, aunque todos los caballos son animales asustadizos y sensibles, los frisones parecen sufrir más ante situaciones que les resulten estresantes. Es por ello, que para evitar que nuestro frisón sufra de enfermedades ligadas al padecimiento de altos niveles de estrés, evitemos en la medida de lo posible que se exponga a elementos o situaciones potencialmente estresantes. Así mismo, favoreceremos la tranquilidad, las actividades positivas y mantendremos una relación saludable con él.

Terminaremos esta ficha sobre el caballo frisón recordando la importancia de realizar visitas veterinarias periódicas cada 6 o 12 meses, en las que evaluaremos el estado de salud de nuestro mejor amigo. Seguiremos de forma estricta el calendario de vacunas para caballos que marque el especialista, así mismo, realizaremos las desparasitaciones o los cuidados que sugiera el veterinario.