Leopardo árabe

Los diferentes tipos de leopardos tienen ciertos rasgos comunes, sin embargo, en algunos casos, como en esta subespecie, hay aspectos distintivos que nos permiten diferenciarlos unos de otros. Conozcamos a continuación las características del leopardo árabe:

• Existe dimorfismo sexual, ya que los machos son más grandes y pesados que las hembras. Así, los primeros tienen longitudes de entre 1,80 y 2 metros, y pesos promedio de 30 kg aproximadamente, mientras que las segundas de 1,60 a 1,90 metros y masas de alrededor de los 20 kg.
• El leopardo árabe se caracteriza por ser la subespecie más pequeña entre el grupo, no obstante, es el felino de mayor tamaño en toda la Península Arábiga.
• La coloración del pelaje es amarilla y puede variar entre diferentes tonos como pálido, intenso, rojizo o grisáceo.
• Posee el patrón de rosetas negras característico de la especie.
• Como en general ocurre con este tipo de animales, sus patas son cortas en relación al largo cuerpo.
• La cabeza es ancha, con cráneo grande y potentes mandíbulas.
• Sus orejas son redondeadas.
• Presenta bigotes de pelos blancos y largos.

El leopardo árabe vive principalmente en el área de Dhofar, al suroeste de Omán, perteneciente a la costa sureste de la Península Arábiga, así como en el distrito de Hawf, ubicado en el noreste de Yemen, en este caso al sur de la península. Por otro lado, existen algunas pequeñas poblaciones en Arabia Saudita, Judea de Israel y Negev, aunque los registros más recientes no han confirmado de nuevo su presencia en estas zonas.

Este felino también ha habitado la península de Musandam de Omán y los Emiratos Árabes Unidos, aunque se sospecha que se ha extinguido en estas regiones, así como en Jordania y la Península Egipcia del Sinaí.

En cuanto a las características del hábitat del leopardo árabe, esta subespecie se ha desarrollado principalmente en espacios montañosos, estepas, áreas con abundante vegetación y, con menor frecuencia, hacia tierras bajas, ecosistemas desérticos, llanuras y zonas costeras.

Hay poca información referida a las costumbres del leopardo árabe, probablemente porque se desarrolla en espacios alejados y de difícil acceso para las personas. Es un animal principalmente solitario, con excepción de las épocas reproductivas y las madres cuando cuidan a sus crías. Aunque es de hábitos principalmente nocturnos, también puede movilizarse durante el día.

Comúnmente ha tenido una fuerte competencia por presas con el caracal (Caracal caracal) y el lobo árabe (Canis lupus arabs), sin embargo, dada la presión tan fuerte que ha recibido este tipo de leopardo, tiene una gran desventaja que afecta su supervivencia. Su rango de distribución está en función a la disponibilidad de presas y condiciones del hábitat.

El leopardo árabe, como todos los demás, es un depredador, de modo que es un carnívoro. Sus presas principales son de tamaños medios a pequeños y dependen principalmente de la presencia de las mismas en el área de distribución del felino. En este sentido, la alimentación del leopardo árabe puede estar constituida por:

• Gacelas
• Cabras montesas
• Liebres
• Damanes
• Puercoespines
• Erizos del desierto
• Roedores
• Aves
• Insectos
• Camellos
• Ganado
• Burros
• Ovejas

No te pierdas este otro artículo donde hablamos más en profundidad sobre Qué comen los leopardos.

Como hemos mencionado, los estudios del comportamiento de la especie son limitados, lo que incluye su modo reproductivo. No obstante, el mismo debe ser similar al de la especie en general. Los leopardos suelen tener varias parejas a largo de sus etapas reproductivas. Se sabe que en algunas zonas han tenido momentos de apareamiento hacia el mes de marzo.

El periodo de gestación de las hembras dura alrededor de las 13 semanas y tienen camadas de entre 2 a 4 cachorros. Estos cachorros, al nacer, dependen totalmente de los cuidados maternos, ya que son ciegos y no pueden valerse por sí solos. Al mes, aproximadamente, ya empiezan a salir de la cueva o guarida donde han nacido, pero no se destetan hasta los dos meses y se mantienen con su madre por unos dos años, que es cuando se vuelven independientes por completo.

El leopardo en general está clasificado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en la categoría de vulnerable. Sin embargo, ha hecho distinciones para algunas subespecies, como es el caso del leopardo árabe, quien muy lamentablemente está considerado en peligro crítico de extinción.

El reporte más reciente es del año 2020, realizado por la UICN, e indica que debe haber entre 45 a 200 individuos, algo preocupante para una población general de una especie. Las amenazas que han causado tal afectación se relacionan con la caza directa, relacionada a su vez con la comercialización como trofeos, usos por supuestos beneficios medicinales y represalias porque los leopardos pueden atacar al ganado cuando no encuentran presas para alimentarse. También la fragmentación del hábitat y la drástica disminución de presas naturales han influido en esta situación.

Aunque no han sido suficientes, las medidas de conservación incluyen la consideración del leopardo dentro del Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), así como las regulaciones de caza y el establecimiento de las áreas protegidas donde vive este animal, aunque estas representan un mínimo porcentaje del hábitat en estos países.