Elefantes marinos: tipos, dónde viven y qué comen

Los elefantes marinos destacan por su imponente presencia y su marcado dimorfismo sexual. Los machos adultos son colosales, llegan a medir hasta 6 metros y superar las 4 toneladas, mientras que las hembras raramente alcanzan los 3 metros y 900 kg. Una de sus señas de identidad es la trompa o probóscide, presente solo en los machos, que inflan para emitir potentes rugidos durante la época de apareamiento y así establecer dominancia.

Su cuerpo está perfectamente adaptado a la vida marina:

• Poseen una forma hidrodinámica.
• Tienen aletas posteriores que les permiten nadar con agilidad.
• Cuentan con una espesa capa de grasa que los aísla de las frías aguas donde habitan.

Además, son campeones del buceo profundo, capaces de sumergirse a más de 1.500 metros y contener la respiración durante casi dos horas mientras cazan.

Existen dos especies de elefantes marinos, cada una con rasgos distintivos y áreas de distribución diferentes:

• Elefante marino del norte (Mirounga angustirostris): vive principalmente a lo largo de la costa del Pacífico de América del Norte, desde Baja California hasta Alaska. Aunque los machos de esta especie también desarrollan una trompa, esta es menos prominente que la de sus parientes del sur.
• Elefante marino del sur (Mirounga leonina): es el más grande de los dos, con machos que pueden superar las 5 toneladas. Esta especie habita en las gélidas aguas del hemisferio sur, con colonias importantes en Argentina, Sudáfrica, Islas Georgia del Sur y la Península Antártica.

Ambas especies comparten un estilo de vida similar, aunque el elefante marino del sur tiende a realizar migraciones más extensas.

Los elefantes marinos pasan la mayor parte de su vida en el océano, pero dependen de las costas para actividades críticas como la reproducción y el descanso. El elefante marino del norte se reproduce en playas arenosas o rocosas de California y México, mientras que el del sur prefiere islas subantárticas y zonas remotas como las Islas Malvinas o Heard.

Durante sus largas migraciones, estos animales pueden recorrer miles de kilómetros en busca de alimento, adentrándose en aguas profundas lejos de la costa. Su capacidad para adaptarse a diferentes entornos marinos, desde las templadas aguas del Pacífico hasta los gélidos mares antárticos, demuestra su gran resistencia.

La dieta de estos animales consiste principalmente en peces, calamares y otros cefalópodos, aunque también consumen crustáceos ocasionalmente. Son depredadores oportunistas que cazan en las profundidades, aprovechando su excelente visión en condiciones de baja luminosidad.

Los elefantes marinos del sur suelen alimentarse de especies antárticas como el calamar gigante o el pez hielo, mientras que los del norte prefieren presas como merluzas y pulpos. Su metabolismo les permite almacenar grandes cantidades de grasa, esencial para sobrevivir durante los períodos de ayuno en tierra, especialmente en la temporada de cría, cuando los machos pueden pasar meses sin comer mientras defienden su harén.

La reproducción de los elefantes marinos es un espectáculo de fuerza y competencia. Cada año, los machos llegan primero a las playas de cría y luchan ferozmente por el dominio de un territorio y las hembras que lo habitan. Estos combates pueden ser brutales, con los machos más grandes y experimentados imponiéndose mediante embestidas y mordiscos.

Las hembras, por su parte, dan a luz a una única cría después de un año de gestación y la amamantan durante aproximadamente un mes con una leche extremadamente rica en grasa, que permite a los recién nacidos aumentar rápidamente de peso. Tras este período, las hembras se aparean nuevamente y regresan al mar, dejando a las crías independizarse.

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Ambos tipos de elefantes marinos fueron cazados casi hasta la extinción en los siglos XVIII y XIX por su grasa y aceite. Sin embargo, gracias a esfuerzos de conservación y regulaciones internacionales, sus poblaciones se han recuperado significativamente. El elefante marino del norte, que llegó a contar con solo unos cientos de ejemplares a principios del siglo XX, ahora supera los 200.000 individuos.

Por su parte, el elefante marino del sur tiene una población estable estimada en alrededor de 650.000 individuos. A pesar de este éxito, enfrentan amenazas modernas como el cambio climático, que altera sus zonas de alimentación, y la contaminación por plásticos en los océanos. Su conservación sigue siendo crucial para mantener el equilibrio de los ecosistemas marinos que habitan.

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