Educación básica

¿Cómo castigar a un perro?

 
Marta Sarasúa
Por Marta Sarasúa, ATV y etóloga especializada en modificación de conducta. 3 marzo 2022
¿Cómo castigar a un perro?
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Cuando decidimos adoptar un cachorro o un perro adulto, este se convierte en un miembro más de la familia y es nuestra responsabilidad proporcionarle una buena educación, así como cubrir todas sus necesidades y garantizarle una óptima calidad de vida, libre de sufrimiento, miedo y estrés. Sin embargo, muchos tutores consideran que la mejor forma de enseñar a sus perros cómo deben comportarse es a través del castigo, regañándoles cada vez que llevan a cabo conductas indeseables. Frases como "mi perro sabe que lo ha hecho mal" refuerzan la creencia de que gritar, golpear o intimidar a los canes es algo útil y necesario para educarles, cuando esto no es así.

El adiestramiento tradicional, basado en corregir conductas a través de herramientas de castigo y amenazas, genera, entre muchas otras consecuencias negativas, un estado de ansiedad permanente en los perros, quienes, en muchos casos, inhiben su comportamiento por la simple razón de que tienen miedo de sus tutores. Esto, a largo plazo, puede provocar al animal problemas de salud y alteraciones graves del comportamiento. Para evitar esto, desde ExpertoAnimal te contamos todo lo que necesitas saber sobre el castigo y cómo puede afectar en el proceso de educación de tu peludo. Descubre cómo castigar a un perro sin que ello suponga un sufrimiento para él ni una experiencia negativa, ¡no te lo pierdas!

También te puede interesar: Consecuencias de castigar a un perro

Índice

  1. ¿Qué es el castigo en perros?
  2. Aplicación del castigo positivo en perros
  3. Aplicación del castigo negativo en perros
  4. Mitos acerca de castigar a un perro
  5. ¿Cómo corregir a un perro?

¿Qué es el castigo en perros?

En el ámbito del conductismo y la educación canina, se considera un castigo a toda acción con el potencial de provocar una reducción en la frecuencia, la duración o la intensidad de un comportamiento al aplicarla tras la aparición de dicho comportamiento. Es decir, castigar a un perro no solo implica golpearle o causarle un daño físico, otras muchas acciones como pueden ser gritarle, inmovilizarle, ignorarle, impedirle el acceso a algún lugar o asustarle también pueden ser castigos en ciertos contextos.

A su vez, los castigos se dividen, al igual que los refuerzos, en dos tipos: positivo y negativo. Aunque ambos tienen el mismo objetivo, su aplicación y consecuencias son algo diferentes, como veremos a continuación.

Aplicación del castigo positivo en perros

El castigo positivo consiste en añadir al entorno del animal un estímulo aversivo en el momento en que este realiza algún comportamiento indeseable, por ejemplo, empujarle, darle un tirón con la correa, gritarle o activar un collar de descargas. Los tutores llevan a cabo este tipo de castigos con el objetivo de que el perro deje de realizar la acción en cuestión, pero la mayoría de ellos no son conscientes de las implicaciones físicas y emocionales que puede conllevar para el can el estar sometido a este tipo de prácticas.

En un gran número de ocasiones, el perro no elimina ni reduce su comportamiento tras recibir el castigo, lo que es un claro indicativo de que este no resulta útil, pues el can no está entendiendo cuáles son nuestras intenciones y, por tanto, no está aprendiendo nada de lo que pretendemos enseñarle. Un ejemplo muy sencillo de esto es el caso del perro que ladra cada vez que suena el timbre de casa y que, aunque le regañen por hacerlo, vuelve a ladrar igualmente la siguiente vez que alguien llama.

¿Por qué ocurre esto? en primer lugar, porque en este caso el tutor se centra en intentar inhibir la conducta en lugar de preguntarse por qué motivo el perro ladra cuando llaman a la puerta y trabajar la causa del comportamiento. Además, está tratando de eliminar un comportamiento que es completamente natural en la especie canina (algo así como si a nosotros nos regañaran por hablar), lo que resulta frustrante y hace todavía más complicado que el perro pueda comprender lo que le pedimos. Finalmente, hay que tener en cuenta que gritando o pegando al perro, el tutor está añadiendo más tensión a un momento que ya de por sí es excitante, lo que hará que el animal se altere todavía más y pueda llegar a reaccionar de manera explosiva o incluso peligrosa.

En otras ocasiones, el castigo positivo sí que provoca una rápida reducción en la frecuencia o la duración de algunas conductas, lo que hace a los tutores pensar que su metodología ha sido la más acertada. Sin embargo, aunque para la parte humana el resultado haya sido satisfactorio, para el perro siempre va a conllevar consecuencias negativas en mayor o menor grado. Si quieres conocer cuáles son, te recomendamos leer nuestro otro artículo "Consecuencias de castigar a un perro".

¿Cuándo aplicar el castigo positivo en perros?

Al presentarse la oportunidad de realizar algún comportamiento deseado y saber que va a ser castigado por ello, el animal entra en una situación de conflicto, la cual le genera mucho estrés, que puede llegar a cronificarse. En función del carácter del perro, de su experiencia y de las condiciones de su entorno, lo más probable es que dicha situación de conflicto se resuelva de una de las siguientes maneras:

  • El perro aprende a inhibir ciertos comportamientos en presencia de sus tutores por el miedo al castigo, pero los lleva a cabo cuando ellos no están presentes.
  • El perro inhibe completamente ciertos comportamientos por miedo al castigo, pero busca otros comportamientos alternativos para poder saciar sus necesidades, expresar su frustración o intentar calmar su ansiedad, los cuales pueden ser aún más problemáticos o más lesivos.
  • El perro inhibe completamente casi todos sus comportamientos por miedo al castigo, entrando en un estado de letargia y apatía similar a una depresión, conocido como indefensión aprendida.

En todos estos contextos la emoción predominante siempre es el miedo, lo que nos lleva a la conclusión de que la aplicación sistemática de castigos positivos provoca perjuicios emocionales en los animales y no está en ningún caso recomendada.

Aplicación del castigo negativo en perros

El castigo negativo consiste en eliminar del entorno del animal un estímulo que le resulta agradable tras la realización por parte de este del comportamiento indeseable. Algunos ejemplos de castigo negativo podrían ser el retirarle la atención al perro, dejar de jugar con él o negarle un snack.

El castigo negativo siempre ha tenido una mejor reputación que el castigo positivo, pues es cierto que permite eliminar o reducir ciertos comportamientos sin necesidad de intimidar o agredir al animal, simplemente basándose en la idea de dejar que una conducta se extinga retirando el refuerzo. No obstante, el castigo negativo tiene un problema y es que, en muchas ocasiones, resulta complicado aplicarlo de manera correcta y requiere de cierta experiencia por parte del tutor. Por una parte, el tutor debe asegurarse de que, en el momento de la aplicación del castigo negativo, haya algo en el entorno que pueda retirar y que dicho estímulo sea realmente positivo y tenga un papel reforzador para el animal, pues, de otra forma, no tendrá ningún efecto su retirada. Por otra parte, el castigo negativo no resulta efectivo para eliminar cualquier conducta, pues aquellas que son autorreforzadas no se extinguirán fácilmente a través de esta práctica.

¿Cuándo y cómo aplicar el castigo negativo en perros?

Cuando hablamos de eliminar conductas operantes, es decir, aquellas que el perro ha aprendido a hacer y repite porque las ha asociado con un refuerzo (por ejemplo, ladrar para que el tutor le tire la pelota), el castigo negativo sí que puede resultar útil y, evidentemente, es menos dañino que el positivo. En este caso concreto, el castigo consistiría en detener completamente el juego en el momento en que el perro comienza a ladrar, guardando la pelota. Cuando el ladrido cesa o el animal realiza una conducta más adecuada, el juego continúa. De esta forma, al no obtener el can lo que espera, se debilita la asociación entre la conducta y el reforzador y la primera se acaba extinguiendo.

Mitos acerca de castigar a un perro

Ahora que sabemos las diferentes formas de castigar a un perro y cómo no debemos hacerlo, vamos a repasar algunos de los mitos más extendidos para acabar de entender una forma más practica estos conceptos:

"Mi perro sabe que lo ha hecho mal"

Esta es una de las frases que más se escuchan entre los tutores, especialmente cuando llegan a casa y encuentran que su peludo se acerca a ellos con la cabeza gacha tras haber hecho algún destrozo en su ausencia. Al castigarle, el perro esconde la cola entre las patas, se relame o se echa en el suelo, lo que suele interpretarse erróneamente como una disculpa al reconocer que se ha portado mal.

La realidad es que estas posturas corporales y expresiones faciales son, simplemente, la forma que tienen los perros de "apaciguar" a otro individuo cuando lo notan alterado o sienten que están en peligro, en ningún caso es un reconocimiento de culpa o una disculpa. Además, y esto es muy importante tenerlo en cuenta, los perros solo pueden asociar el castigo con el evento que ha ocurrido inmediatamente antes o durante la aplicación del mismo. Por tanto, si regañas a tu perro al llegar a casa, el can jamás entenderá el motivo del castigo, pues es probable que hayan pasado horas desde que mordió el sofá o se hizo pis en la alfombra.

"Mi perro se porta mal por venganza, porque le he castigado"

Muchos tutores asocian ciertos comportamientos indeseables de sus perros con un sentimiento de rencor o con un deseo de sus peludos de "fastidiarles". Lo cierto es que emociones como el odio, el deseo de venganza o el remordimiento son subjetivas y exclusivamente humanas, por lo que tu perro no las sentirá.

Si, tras regañarle, vuelve a realizar la conducta indeseada, probablemente sea porque el castigo no ha sido aplicado de manera eficaz o porque no existe una buena comunicación entre can y tutor.

"Las herramientas de castigo no hacen daño al perro"

Otra afirmación que se escucha mucho, especialmente entre los defensores del adiestramiento tradicional, es aquella que asegura que herramientas como collares de ahorque, de pinchos o eléctricos no son dolorosos para el perro si se utilizan correctamente. No obstante, existen evidencias de distintos tipos de lesiones que estos instrumentos han causado en los perros, desde quemaduras hasta colapsos traqueales o asfixia.

Por mucha experiencia que se tenga en su uso o mucho asesoramiento profesional con el que se cuente, estos collares siempre implican cierto riesgo para el animal tanto a nivel físico como, por supuesto, emocional y psicológico.

¿Cómo castigar a un perro? - Mitos acerca de castigar a un perro

¿Cómo corregir a un perro?

Educar a un perro sin castigarlo es posible utilizando metodologías de trabajo respetuosas, empáticas y basadas en el refuerzo positivo. Hoy en día muchas escuelas de educación canina, entrenadores y etólogos profesionales emplean técnicas y ejercicios de modificación conductual adaptados al caso concreto de cada perro, anteponiendo su bienestar integral y comprendiendo cuáles son sus necesidades y comportamientos normales como especie mientras ayudan a los tutores a crear un vínculo sano con sus peludos.

Es imprescindible valorar muy bien la metodología empleada por un profesional y, a ser posible, pedir referencias sobre su trabajo o tener una entrevista previa con él o ella antes de poner en sus manos la educación de nuestro peludo.

Ahora bien, si lo que quieres es aprender tú mismo a corregir a tu perro cuando hace algo mal sin utilizar un castigo, igualmente el uso del refuerzo positivo es la mejor opción. El refuerzo positivo consiste en reforzar aquellas conductas deseadas e ignorar las indeseadas. De esta forma, el perro comprende lo que nos gusta y lo que no, a la vez que reforzamos el vínculo por premiar el "buen comportamiento". Así mismo, en aquellos casos en los que ignorar la conducta no funciona por ser autorreforzada, podemos incluir alternativas que sí consideremos adecuadas. Un claro ejemplo de ello lo tenemos en los cachorros cuando se encuentran en la etapa de morder todo lo que encuentran. En lugar de castigar al perro o ignorarlo, le ofreceremos un juguete que sí pueda morder y lo premiaremos cuando empiece a jugar con él. En los siguientes artículos hablamos más en profundidad de la educación de cachorros y perros adultos:

Dicho esto, veamos a continuación algunas de las situaciones más habituales a modo de ejemplo:

¿Cómo castigar a un perro cuando se orina?

Los perros pueden orinarse en casa por distintos motivos, por ejemplo, si sufren ansiedad por separación, si padecen un síndrome de disfunción cognitiva o si se sienten asustados o muy excitados. En el caso de los cachorros, es muy frecuente que se orinen dentro del hogar, pues todavía no tienen pleno control de su esfínter y necesitan hacer sus necesidades con más frecuencia.

Sea cual sea el motivo, no se debe castigar a un perro por orinarse en casa, pues este no es un método efectivo y, además, puede provocar miedo en el animal, quien probablemente comenzará a esconderse para hacer pis sin ser visto. Lo ideal en este caso es llevar un control de la frecuencia con la que el perro se orina en casa y estar muy pendiente del contexto en el que lo hace para poder identificar la causa. Una vez hecho esto, introduce más paseos en la rutina de tu peludo, llévale por zonas amplias y tranquilas y refuérzale con su comida o juguete favorito cada vez que orine en la calle. Si es un cachorro que aún no puede salir a la calle, no te pierdas este artículo: "¿Cómo enseñar a un cachorro a hacer sus necesidades en el empapador?".

¿Cómo castigar a un perro que muerde?

Morder es una conducta natural en los perros y forma parte de su manera normal de jugar, tanto con nosotros como con otros animales. Si castigamos a un cachorro o a un can adulto por ser demasiado brusco jugando, podemos crearle cierta frustración, que descargará, probablemente, mordisqueando otros objetos que estén a su alcance o mostrándose molesto con nosotros. La mejor opción en estos casos es enseñar a tu peludo desde que es joven a inhibir su mordida, es decir, a evitar utilizar la boca de manera demasiado intensa cuando juegan con nosotros y, para ello, es imprescindible que le ofrezcas siempre una alternativa que sí que pueda mordisquear, como un juguete, y le refuerces cada vez que lo utilice.

Por otra parte, si tu perro se comporta de manera agresiva o violenta hacia otros animales o intenta morder a algún miembro de la familia, el castigo está completamente contraindicado, pues puede añadir más tensión a la situación, que para el perro ya es incómoda, y aumentar la probabilidad de que se produzca un ataque. Para trabajar este problema, es conveniente contar con la ayuda de un profesional que te asesore y te ayude a comprender lo que tu peludo siente y quiere expresar con su comportamiento.

¿Cómo castigar a un perro que rompe cosas?

Morder y romper objetos es un entretenimiento fantástico para los perros, especialmente para los más jóvenes y traviesos y, aunque a nosotros nos resulte molesto, para ellos el despedazar juguetes, zapatillas o muebles es un comportamiento completamente natural, por lo que no tiene sentido castigarles por ello. Enseñarles el destrozo, gritarles o golpearles en el hocico con aquello que han roto no resultará útil en ningún caso, menos aún si ha pasado un tiempo entre la conducta del perro y la llegada del castigo.

Los cachorros y los perros que tienden a aburrirse cuando se quedan solos en casa o que padecen ansiedad por separación son los más propensos a destrozar objetos, bien sea para divertirse o para reducir sus niveles de estrés. En estos casos, debemos evitar siempre dejar a su alcance objetos de valor o que se puedan tragar, teniendo en cuenta que aquellas cosas que más huelen a nosotros (nuestra ropa, el mando de la tele, una manta, etc.) son las que más suelen morder. Una vez creado un espacio libre de peligro, ofrécele a tu peludo juguetes interactivos que le estimulen y le mantengan distraído. Los juguetes rellenables, las alfombras olfativas, las lickimats o los snacks naturales son opciones fantásticas para saciar las necesidades de tu perro y relajarlo. Eso sí, si le das algún juguete o snack que pueda astillarse o que contenga piezas pequeñas que el animal puede romper o tragarse, hazlo siempre bajo tu supervisión.

Como ves, castigar a tu perro no es algo recomendable debido a las consecuencias que puede producir en él. Únicamente el castigo negativo puede ser aplicado en casos muy puntuales y siempre bajo asesoramiento profesional. Lo ideal, siempre, es emplear métodos alternativos que mantengan el bienestar del animal y, además, refuercen vuestro vínculo. En este vídeo mostramos algunos juegos que te ayudarán a evitar que tu perro rompa todo.

Si deseas leer más artículos parecidos a ¿Cómo castigar a un perro?, te recomendamos que entres en nuestra sección de Educación básica.

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Bibliografía
  • Domjan, M. (2010). PRINCIPIOS DE APRENDIZAJE Y CONDUCTA (6a ed.). Cengage Learning Editores S.A. de C.V.
  • Otra vuelta de tuerca al castigo negativo. (2010, marzo 12). Adiestramiento EDUCAN. https://www.adiestramientoeducan.com/lacajaverde/otra-vuelta-de-tuerca-al-castigo-negativo
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