Harrier

La raza de perro harrier fue desarrollada en Reino Unido con el objetivo de crear un perro hábil y atlético que fuera apto para la caza de liebres en manada. Existen muchas historias y mitos alrededor de la raza, pero lo cierto es que el primer grupo de harriers del que se tiene constancia data del año 1260, así pues, se trata de una raza canina especialmente antigua. No obstante, los orígenes siguen siendo inciertos y actualmente se considera que es una versión reducida del foxhound inglés, algo que se ha logrado gracias a la crianza selectiva.

Durante la época colonial la raza se popularizó en Estados Unidos, donde destacó como perro cazador, gracias a sus atributos. Finalmente la raza fue reconocida por el United Kennel Club en 1949, por la Federation Cynologique Internationale en 1974 y por el American Kennel Club en 1988.

Como te hemos adelantado, el harrier es una versión más pequeña del foxhound inglés y se trata de un perro de tamaño mediano a grande, fuerte y ligero, de porte distinguido y potente. Posee una cabeza medianamente amplia, hocico largo y puntiagudo y una trufa negra bastante desarrollada. Los ojos son oscuros y medianamente grandes. Las orejas, en forma de "V" son aplanadas, ligeramente torcidas y cortas, de implantación alta. El cuello es largo y ligeramente arqueado. En cuanto al cuerpo, observamos una espalda recta y musculosa, un pecho más bien profundo y las costillas planas y arqueadas. La cola es medianamente larga, observándose espigada hasta la punta y, alrededor de la cola, pelos largos y gruesos. Destaca por su andadura ágil y firme.

El manto del perro harrier es liso, plano y no es excesivamente corto y generalmente es de color blanco con todas las tonalidades de negro hasta el naranja. La raza en Francia suele ser tricolor, con un manto negro que cubre la parte superior de la espalda. El tamaño de la raza de perro harrier se sitúa alrededor de los 48 y los 55 centímetros a la cruz como máximo.

La raza de perro harrier suele destacar por su carácter extrovertido, sociable y amistoso, tanto con las personas como con otros perros, pues el temperamento es una de las características de la raza que se tuvieron en cuenta durante su desarrollo y creación. Además, tras generaciones de crianza para la caza en manada, se ha logrado cierta predisposición para obtener un carácter amigable y sociable, naturalmente predispuesto. No obstante, si no ha sido correctamente socializado, el harrier puede mostrar cierta tendencia para la caza de pequeños animales domésticos o silvestres.

En cualquier caso, vale la pena recordar que el carácter de cada individuo es único y que dependerá en gran medida de la educación recibida y, en menor grado, de las experiencias vividas y la genética de sus progenitores, detalles que se deben tener en cuenta si se busca un ejemplar con un buen temperamento. Así mismo, suele ser un perro afectuoso con los niños.

El perro harrier, gracias a su manto de pelo corto y liso, no necesitará excesivos cuidados en cuanto al pelaje se refiere. Podemos realizar uno o dos cepillados semanales, con el objetivo de retirar el pelo muerto y la suciedad, utilizando un cepillo de goma suave. La frecuencia del baño se sitúa alrededor de los 2 o 3 meses, aunque puede variar dependiendo de las actividades físicas que realice y la suciedad que pueda llegar a albergar.

Teniendo en cuenta que se trata de una raza especialmente activa, el harrier necesitará realizar entre tres y cuatro paseos al día, combinando al menos un par de ellos con ejercicio físico, ya sea mediante juguetes o, simplemente, con actividades que puedan desarrollar su musculatura, como footing o senderismo. Es especialmente importante que ejercitemos a este perro, pues de no ser así pueden aparecer problemas de comportamiento, como el estrés y la destructividad entre otros.

Le ofreceremos una alimentación de calidad, ya sea mediante dietas caseras (siempre supervisadas por un veterinario) o pienso seco balanceado, con agua fresca y limpia a su disposición las 24 horas. Tampoco puede faltar una cama cómoda donde reposar, juguetes de calidad específicos para peros, accesorios (como arneses o collares) de buenos materiales, etc.

La adopción óptima del perro harrier se sitúa alrededor de los 2 meses y medio, momento en el que ya ha empezado su período de socialización junto a su madre y hermanos, lo que le permitirá conocer el lenguaje canino y las conductas adecuadas entre miembros de su misma especie, como la inhibición de la mordida. Entonces, finalizará su socialización con su nueva familia, adaptándose así a su nuevo entorno y miembros del hogar. Debemos asegurarnos de que en etapa etapa experimente situaciones positivas y empiece a llevar a cabo una rutina estable.

Una vez finalice su primer ciclo de vacunación, empezaremos a enseñarle a orinar en el exterior, una conducta fundamental para su bienestar, pues al margen de hacer sus necesidades, el paseo es una actividad que le permite desarrollar la conducta de marcaje, la socialización con otros perros y su habituación al entorno en el que vive. Más adelante, una vez tenga totalmente asimilada esta parte del aprendizaje, podremos empezar a enseñarle las órdenes básicas de obediencia, fundamentales para un adecuado control del perro y comunicación con el propietario. Cabe resaltar que si hemos adoptado a un perro adulto de esta raza también podremos adiestrarle y educarle, aunque el proceso puede ser algo más lento.

Una vez el perro haya aprendido las normas de educación básica y la obediencia estándar, podremos inicarle en órdenes más complejas, deportes caninos (como el Agility) o en ejercicios de estimulación mental, imprescindibles para un adecuado bienestar. Al tratarse de un perro con un olfato tan prodigioso, puede ser interesante enfocar su estimulación hacia los ejercicios de olfato para perros empezando, por ejemplo, con el searching o sembrado.

Para garantizar un buen estado de salud, es fundamental que el perro harrier disponga de un plan de medicina preventiva adecuado, que incluye visitas veterinarias cada 6 o 12 meses y el seguimiento del calendario de vacunación del perro y el calendario de desparasitación interna y externa. Mediante esta rutina, podremos detectar de forma pronta la aparición de cualquier patología en el can, lo que mejora notablemente el pronóstico del tratamiento.

Las enfermedades más comunes de la raza de perro harrier son:

• Abiotrofia cerebelosa o ataxia
• Epilepsia idiopática

El perro harrier sitúa su esperanza de vida entre los 10 y los 12 años.