Historia y evolución del gato
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Pocos animales han tenido una relación tan compleja con el ser humano como los gatos. Desde que nuestras historias se cruzaron, lo que probablemente ocurrió hace más de 9.000 años, la percepción del hombre sobre los felinos ha cambiado significativamente.
Si en la Antigüedad, eran venerados como encarnaciones de las divinidades, durante la Edad Media sufrieron persecuciones masivas tras ser asociados a la práctica de brujería y a los movimientos herejes. Y muchísimos años debieron pasar para que volvieran a ser adoptados como animales de compañía y pudieran disfrutar plenamente del confort de un hogar tranquilo.
Si bien la historia del gato vaya más allá de su relación con el ser humano, es inevitable que la interpretemos y la contemos a partir de nuestra experiencia y vivencia con estos mininos, basándonos también en los aportes permitidos por los avances en ciencia y tecnología. En este artículo de ExpertoAnimal, te contaremos un poco más sobre la historia y evolución del gato.
Evolución del gato
El gato doméstico (Felis catus o Felis silvestris domesticus) es un pequeño mamífero perteneciente a la familia Felidae, es decir, que la historia y evolución del gato está interconectada con la de los felinos salvajes que habitan actualmente en nuestro planeta, principalmente con el gato silvestre (Felis silvestris). Más concretamente, se estima que todos los felinos comparten un gran ancestral en común que estaba relacionado con Miacis.
Miacis consiste en el más antiguo grupo conocido de carnívoros primitivos que es conocido en la actualidad, a partir del cual probablemente se han desarrollado todos los mamíferos carnívoros modernos, incluso los felinos. Estos primeros antecesores del gato tendrían el tamaño similar a una jineta, una cola larga y un cuerpo alargado, y habrían vivido durante el periodo Cretácico superior, hace unos 60 millones de años.
Algunos millones de años más tarde, los integrantes de miacis empiezan a diferenciarse morfológicamente, dando origen a diferentes grupos de mamíferos carnívoros. Lamentablemente, la historia fósil de los felinos han no está tan bien documentada como la de los cánidos, por lo que aún nos queda mucho nos descubrir o confirmar sobre la historia y la evolución del gato y de los demás felinos que viven o han vivido en la Tierra.
Así mismo, se supone que la primera especie relacionada con los félidos habría sido proailurus, un pequeño mamífero carnívoro arborícola que habitaba en Europa hace unos 40 millones de años. Durante el período Oligoceno, los primeros félidos se dividen en dos grandes grupos: Nimravidae y Felidae. En este último, se encontraba proailurus, del cual descendería la especie extinta más próxima a los felinos modernos: pseudaelurus, que habría aparecido por primera vez hace unos 20 millones de años y desaparecido hace unos 8 millones de años.
Posteriormente, durante el mioceno, que comienza hace unos 23 millones de años, pseudaelurus ya se había diversificado significativamente y su población empezaría a expandirse para África y América. La raíz morfológica y genética específica de los felinos modernos habría empezado hace unos 10 millones de años, cuando se separan de pseudaelurus habiéndose adaptado a las estepas y sabanas, donde encontraban gran disponibilidad de alimentos debida a la variedad de animales herbívoros que allí habitaban. En este mismo período, surgirían los felinos de caninos largos, que vendrían a extinguirse alrededor del año 10.000 a.C.
No obstante, los pequeños felinos modernos pertenecientes al género Felis, como los gatos salvajes, tardarían un poco más para habitar en la superficie terrestre, apareciendo por primera vez hace unos 5 millones de años en el continente asiático, expandiéndose por los demás continentes empezaría en este mismo periodo, aunque no lograrían llegar a Oceanía o Madagascar.
Además, en 2006 se han llevado a cabo varios análisis de los cromosomas sexuales y del ADN mitocondrial de las diferentes especies de felinos modernos, incluyendo el gato doméstico. Sumados a las muchas investigaciones paleontológicas, sus resultados apuntan a que el linaje genético que daría origen al gato doméstico se habría separado de los demás felinos de pequeño tamaño hace unos 3,4 millones de años, entre los bosques y desiertos de la cuenca del Mediterráneo.
En la imagen podemos observar la recreación de un Pseudaelurus en un mural del museo Smithsonian Institution en Washington, D.C., Estados Unidos.
Origen del gato doméstico
La historia y evolución del gato doméstico aún genera muchos debates en la comunidad científica y no es posible hablar de un consenso entre los expertos sobre cómo se han originado nuestros adorables mininos. Incluso en la actualidad, se sigue debatiendo si el gato doméstico debe clasificarse como una especie independiente o seguir siendo considerado como una de las subespecies del gato montés euroasiático (Felis silvestris), más popularmente conocido como gato salvaje.
Vale recordar que actualmente se reconocen seis subespecies de gatos salvajes, siendo ellas:
- Felis silvestris silvestris: más conocido como gato montés europeo, habita en Europa y la Península de Anatolia.
- Felis silvestris lybica: se denomina popularmente gato salvaje africano y vive en el norte de África y en Asia occidental hasta el mar de Aral.
- Felis silvestris cafra: es el gato salvaje de África austral, que habita en la región subsahariana del continente africano.
- Felis silvestris ornata: conocido como gato salvaje asiático, se extiende por Asia Central y Oriental, Pakistán y el noroeste de India.
- Felis silvestris bieti: se conoce popularmente como gato montés chino o gato chino del desierto, habitando mayormente en el norte de China.
- Felis silvestris catus: son los gatos doméstico, que se han extendido por todo el mundo, siendo el felino de mayor distribución geográfica y diversidad morfológica.
Los rasgos morfológicos compartidos y algunas investigaciones genéticas permitían suponer que los gatos domésticos habrían sido descendientes del gato silvestre africano (Felis silvestris lybica). Además, el carácter más sociable y menos arisco de los gatos silvestres africanos podría haber facilitado su convivencia y adaptación al estilo de vida humano. Y de hecho, en 2007, un detallado estudio molecular ha demostrado que los gatos domésticos realmente están relacionados al gato silvestre africano, del cual se habría separado hace aproximadamente 130.000 años (que es relativamente poco en relación a la evolución de los felinos).
Gran parte de los vestigios fósiles encontrados y analizados parecían apuntar a que la domesticación de los gatos habría empezado en el Antiguo Egipto, alrededor del año 2.000 a.C. No obstante, algunos descubrimientos recientes han empezado a proponer nuevos desafíos y polémicas respecto a la historia del gato doméstico. En 2004, se descubre en Chipre los restos de un gato que había sido enterrado junto a su propietario, que probablemente han vivido entre los años 7.500 y 7.000 a.C.
Sumado a ello, a mediados de 2017, se han divulgado una extensa investigación apoyada por la Universidad de Leuven (Bélgica), en la que se han analizado el ADN de dientes, uñas piel y pelos pertenecientes a diversos gatos domésticos y recogidos de diferentes sitios arqueológicos de África, Oriente y Europa. Sus resultados han revelado que los vestigios fósiles más antiguos tienen entre 10 y 9 mil años y se encontraban en el Oriente Próximo. Su hipótesis es que los gatos salvajes africanos habrían empezado a acercarse a las aldeas campesinas tras una proliferación de ratones en los cereales cosechados.
En consecuencia, podrían haber sido los propios gatos los que hubieran tomado la iniciativa de acercarse al ser humano al percibir una abundante oferta de alimento cerca de sus comunidades. A su vez, los agricultores, percibiendo que estos gatos ayudaban a combatir las plagas de los roedores, podrían haber empezado a ofrecer otras comodidades a los felinos, como refugio y calor. Por lo que, estos recientes hallazgos podrían terminar sumando un punto a favor de quienes defienden que los gatos fueron los únicos animales que han elegido someterse de forma conveniente a la domesticación.
No obstante, estas descubiertas no permiten saber si los gatos domesticados habrían llegado a Egipto gracias a los hábitos migratorios que mantenían aquellos agricultores del Oriente Próximo. O si realmente se habría llevado a cabo un segundo proceso de domesticación independiente en el Antiguo Egipto, a partir de gatos salvajes africanos que vivían en los alrededores de esta gran civilización.
En la imagen podemos observar una inscripción en el sarcófago del Príncipe Heredero Thutmose, en el Musée des Beaux-Arts de Valenciennes, Francia.
Historia del gato
Ahora que ya conocemos mejor el origen y la herencia genética del gato, nos falta hablar un poco más sobre la historia y evolución del gato junto al ser humano. Es decir, sobre este vínculo que podría haberse iniciado hace casi 10 mil años y que se construye diariamente hasta a los días de hoy, en cada hogar donde habita un pequeño minino de gran temperamento. Como es imposible abordar toda la historia del gato en tan solo unos párrafos, nos limitaremos a algunos puntos clave de la historia del gato doméstico en Occidente, desde el Antiguo Egipcio hasta la era contemporánea, pasando por la Edad Media y Moderna.
Si bien al parecer el primer gato doméstico no ha surgido en Egipto, la civilización egipcia ha sido la primera en adoptar a los gatos y cuidarlos como animales de compañía, que era apreciado no solo por su habilidad como cazador, sino que también por su naturaleza noble e independiente, que a la vez, también revelaba gran sensibilidad y afecto hacia los suyos. Pero además del vínculo especial con los gatos, la civilización egipcia destacaba un gran respeto por los animales y un interés de incorporarlos de forma armoniosa en su estilo de vida.
La famosa veneración a los gatos que caracteriza a la antigua civilización egipcia está asociada al culto a la diosa Bastet, conocida también como "la estrella Sirio", que era interpretada como un símbolo de protección, fertilidad y belleza. A medida que el gato iba incorporándose en la cultura del Antiguo Egipto y sus calidades iban siendo reconocidas, empiezan a ser cada vez más comunes las representaciones de Bastet asociadas a estos pequeños felinos, soliendo ser retractada como una gata negra o una mujer la cabeza de gata. El culto a Bastet había sido especialmente popular en la antigua ciudad de Bubastis, en la cual se han descubierto muchos gatos momificados. Probablemente, ello se debe a que los gatos en esta localidad estaban considerados como encarnaciones de la mismísima diosa Bastet, por lo que se habrían ganado el honor del ritual de momificación, que solo estaba al alcance de nobles y faraones.
Se cuenta que el vínculo de los egipcios con los gatos era tan intenso que los persas lo han utilizado como una "debilidad" para conquistar la región de Pelusio. Según las leyendas, el rey persa Cambises II ha ordenado atar gatos a los escudos de sus soldados y los egipcios, por miedo o respeto, han decidido no contraatacar, dejando el camino libre para la invasión persa en el Bajo Egipto. También hay una leyenda que dice que los griegos debieron robar algunas parejas de gatos para introducirlos en su país, ya que los egipcios se negaban a comercializarlos por el valor cultural y la simbología divina que tenían para su civilización. Y de esta manera, habrían los gatos alcanzado el continente europeo, aunque la hipótesis carezca de evidencias históricas sólidas.
Pero lejos de seguir las tradiciones egipcias, los griegos han utilizado los gatos mayormente para el control de roedores y también como una "moneda de trueque" con romanos, franceses y celtas. Y gracias al intenso comercio entre estas civilizaciones, los gatos habrían comenzado a expandirse por los países del Mediterráneo. No obstante, se produce una especie de ruptura en el vínculo afectivo entre gato y ser humano, ya que en estas civilizaciones los mininos no eran próximos al hombre y predominaba la crianza del perro como animal de compañía, de guardia y de protección.
No obstante, el momento más complejo de la relación gato-hombre ocurriría durante la Edad Media en Europa, que se extiende entre los siglos V y XV. Si bien los campesinos solían apreciar a los gatos por su destreza como cazador y los mininos fueran utilizado para controlar la proliferación de roedores inclusive dentro de los monasterios, su aspecto, sus hábitos nocturnos y hasta el mito de las siete vidas han terminado asociados a la práctica de brujería y a los movimientos herejes, según la doctrina religiosa vinculada por la Iglesia. A partir de la entrada en vigencia de la Inquisición, se ha producido una persecución masiva a los gatos (principalmente a los gatos de color negro) que solían ser sacrificados en fiestas populares, como parte del combate a la herejía.
Con el inicio del Renacimiento, este tipo de práctica empieza a perder popularidad, y los gatos vuelven a incorporarse en la sociedad pero mayormente como un agente de control de roedores. No obstante, solo después del éxito de la Revolución Francesa se prohíben expresamente las hogueras y los sacrificios populares de gatos, que pasan a ser entendidos como actos de crueldad hacia los animales. Con los brotes de peste durante la Edad Moderna, los gatos van tomando mayor popularidad en las ciudades y su presencia vuelve a ser valorada en casas, embarcaciones, comercios y hasta oficinas. Es entonces cuando se empieza a considerar que los gatos absorben las energías negativas, aunque aún se seguía temiendo a los gatos negros.
Así mismo, la retomada de aquel vínculo afectivo entre hombre y gato solo renacería a partir del movimiento romántico que florece en Europa durante el siglo XIX. El arte cumple un rol clave en el cambio de perspectiva de la sociedad respecto a estos pequeños felinos y en el abandono de las supersticiones y perjuicios remanecientes de antiguas épocas. En consecuencia, finalmente el gato vuelve a adoptarse como animal de compañía y crece el interés por estudiar y clasificar los diferentes tipos de gatos.
Ya en siglo XX, gana mucha fuerza la crianza selectiva de gatos para la creación de nuevas razas, teniendo en cuenta las características y rasgos más deseados por los tutores en cada país. Para tener una idea, en 1.900 solo existían unas 8 razas registradas, pero a los comienzos del siglo XXI esta cifra se había ascendido a casi 100 razas de gatos en todo el mundo, aunque no todas estén reconocidas oficialmente.
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