¿Los gatos pueden comer calabaza?

La calabaza (también conocida como zapallo) es el fruto de la calabacera, una planta herbácea de la familia de las cucurbitáceas. Se trata de una hortaliza que puede presentar formas muy variadas y también y colores diferentes (las más frecuentes son las de corteza naranja y las de corteza verde, aunque también las hay amarillentas, negras o incluso moradas).

Las calabazas (tanto las naranjas como las verdes) no contienen ningún compuesto que resulte tóxico para el organismo de los gatos. Además, estas hortalizas pueden aportar importantes beneficios cuando se incluyen en la dieta de los gatos, por lo que son perfectamente aptas para estos animales. De hecho, existen multitud de piensos comerciales que incluyen la calabaza en su lista de ingredientes.

No obstante, antes de ofrecer este alimento a nuestros felinos, es importante que tomemos en consideración una serie de recomendaciones, para que su aporte sea siempre seguro y saludable.

¿Los gatos pueden comer calabaza cruda?

Como hemos visto, la calabaza es una hortaliza que los gatos pueden consumir, sin embargo, en estado crudo no suele resultar del agrado de estos animales, pues tiene una textura demasiado firme. Por ello, si estás pensando en incluir la calabaza en la dieta de tu gato, la mejor opción es que la ofrezcas cocinada, pues de esta manera se consigue una textura más suave, que resulta mucho más palatable para los felinos. En los siguientes apartados te explicamos la mejor manera de preparar calabaza para gatos.

Ahora que sabemos que la calabaza es un alimento apto para los gatos, vamos a explicar qué beneficios nutricionales puede aportar incluir esta hortaliza en la dieta de los gatos:

• Se trata de una hortaliza con un bajo aporte calórico (tan solo 15 kcal/100 gramos) y con un contenido en grasa realmente bajo: por lo que es un alimento especialmente recomendable para aquellos gatos con sobrepeso o con tendencia a la obesidad, que requieren una dieta baja en calorías. Te damos más detalles del "Sobrepeso en gatos: causas, síntomas, consecuencias y tratamiento" a continuación.
• Es una fuente de fibra: tanto soluble como insoluble. Aunque la fibra sea un nutriente que los gatos no pueden digerir, resulta fundamental en su dieta, puesto que mejora el tránsito intestinal, regula la consistencia de las heces y promueve el mantenimiento de una microbiota intestinal beneficiosa.
• Es una fuente de vitaminas y minerales: el aporte vitamínico más significativo es el de vitamina C, y en segundo lugar, el de vitamina B1 (tiamina). Entre los minerales, destaca su contenido en potasio y su escaso aporte de sodio (lo que resulta beneficioso en gatos con problemas de hipertensión).
• Contiene carotenoides (fundamentalmente β-carotenos): los cuales se transforman en vitamina A en el organismo de los gatos. Estos carotenoides destacan por su poder antioxidante y por su capacidad para potenciar el sistema inmunitario.

La cantidad de calabaza para gatos dependerá de si lo alimentamos a base de una dieta casera o comercial en el día a día. Si habitualmente alimentas a tu gato con una ración casera y decides incluir la calabaza dentro de la fracción vegetal de su dieta, la cantidad de calabaza que deberás aportar dependerá de las necesidades nutricionales de tu felino. Estas necesidades variarán en función de:

• La edad de tu gato.
• Su nivel de actividad diaria.
• Su estado fisiológico (si está esterilizado o no, si es una hembra gestante, etc.).

En cualquier caso, es importante que la cantidad de calabaza y del resto de vegetales de la ración estén bien balanceados con respecto a los alimentos de origen animal.

Por ello, te recomendamos que si habitualmente aportas a tu gato una dieta casera, pidas asesoramiento a un profesional especializado en nutrición animal, puesto que solo de esta manera podrás garantizar que la ración es equilibrada y se ajusta a sus necesidades nutricionales.

Si generalmente alimentas a tu gato con una dieta comercial, puedes optar por incluir la calabaza en su dieta a modo de premio o recompensa, siempre que este alimento resulte del agrado de tu gato. Por ejemplo, una vez a la semana puedes ofrecer tres o cuadro daditos de calabaza cocida o asada.

Como hemos mencionado anteriormente, los gatos no suelen sentirse atraídos por el sabor y la textura de la calabaza cruda, por ello, lo más recomendable es ofrecerla cocinada.

Antes de cocinar la calabaza, es importante retirar las semillas y la piel. Los gatos pueden comer semillas de calabaza, puesto que no contienen ningún compuesto que resulte tóxico para su organismo. Sin embargo, las semillas son resbaladizas y pueden suponer un riesgo de atragantamiento o asfixia para estos animales, por lo que es preferible retirarlas. Por su parte, la piel de la calabaza resulta dura y fibrosa, por lo que puede ocasionar lesiones en la mucosa oral y digestiva de los gatos. Por este motivo es importante pelar la calabaza antes de su cocinado.

Una vez retiradas las semillas y la piel, se debe cortar la pulpa de la calabaza en pequeños cubos. Una vez troceada, la calabaza se puede cocinar de dos maneras:

• Cocida: en una cazuela, con abundante agua, unos 20-25 minutos.
• Asada: al horno, a 180º C, unos 30-40 minutos.

Independientemente de la forma de cocinado, no se debe añadir sal, especias ni ningún otro condimento durante la preparación.

En principio, el aporte de calabaza no tiene por qué ocasionar ningún efecto perjudicial sobre la salud de los gatos. No obstante, cuando no se tienen en cuenta las recomendaciones que hemos mencionado a lo largo del artículo, se pueden producir los siguientes efectos:

• Atragantamiento o asfixia: cuando se aportan las semillas de la calabaza.
• Lesiones en la cavidad oral o en la mucosa digestiva: cuando se aporta la corteza dura y fibrosa.
• Desequilibrios nutricionales: cuando se aporta un exceso de calabaza o no se balancean adecuadamente los demás ingredientes de la ración.

Aunque la calabaza es una hortaliza apta para los gatos, existen determinadas situaciones en las que su aporte puede estar contraindicado:

• Gatos con alergias o intolerancias alimentarias.
• Gatos con un aparato digestivo especialmente sensible a los cambios de dieta.
• Gatos con patologías gastrointestinales (gastroenteritis, enfermedad inflamatoria intestina -IBD-, linfoma digestivo, etc.).

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