Vitamina E para perros - Dosis y usos
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Las vitaminas son sustancias que generalmente el organismo no puede fabricar, por eso es imprescindible que los perros las consuman en la dieta, ya que son esenciales para la vida, aunque se necesiten tan solo en pequeñas cantidades. En este artículo de ExpertoAnimal nos centraremos en la vitamina E para perros. Repasaremos cuáles son las funciones de esta vitamina en su organismo y en qué casos puede ser necesario reforzar su aporte para conseguir una mejora en la salud.
Si has notado en tu perro síntomas que pueden hacerte pensar que sufre una deficiencia de alguna vitamina como la E, no dudes en acudir al veterinario para que le hagan un examen completo.
¿Qué es la vitamina E?
Las vitaminas se dividen en dos grupos, según sean hidrosolubles, que son las que se disuelven en agua, o liposolubles, que son las que lo hacen en grasas. A este segundo grupo pertenece la vitamina E, junto a otras tan conocidas como la vitamina A, la K o la D.
Este tipo de vitaminas pueden almacenarse en el organismo, en la grasa corporal y, sobre todo, en el hígado. Se excretan principalmente en la bilis. Es importante saber que este almacenamiento permite que su carencia tarde en detectarse. Las vitaminas participan en multitud de procesos metabólicos vitales para el organismo. En concreto, la vitamina E destaca en las siguientes funciones:
- Formación de las membranas de las células.
- Respiración celular.
- Metabolismo de las grasas.
- Antioxidante natural, protege de la oxidación a las grasas insaturadas.
- Protección de las células, los tejidos y los órganos frente a los radicales libres.
Deteniéndonos en la función antioxidante de la vitamina E para perros, cabe señalar que esta actúa en alimentos como los piensos dificultando el enranciamiento de distintos componentes, como las grasas o la vitamina A. Además, interacciona con el selenio, haciendo que se necesite menos cantidad de este mineral y viceversa.
Por último, la carencia de vitamina E puede provocar úlceras y hemorragias intestinales, problemas oculares o reproductivos.
¿Para qué sirve la vitamina E para perros?
La vitamina E puede ayudar a mejorar el estado de perros que se encuentran en situaciones como las siguientes:
- En complementos junto a otros elementos como el selenio, contribuye al cuidado del hígado en perros con insuficiencia hepática crónica, intoxicaciones o en tratamientos de quimioterapia. Ayudaría, en concreto, a la regeneración de las células hepáticas, mejorando la sintomatología. Se recomienda en estos casos combinar varios antioxidantes y aumentar la dosis de vitamina E, ya que se trata de una situación en la que la absorción de esta vitamina se va a ver disminuida.
- Otro uso indicado son los problemas articulares. En su papel como antioxidante, la vitamina E ayuda a reducir las lesiones oxidativas del cartílago. Así, se incluye entre las sustancias que podrían disminuir la progresión de la artritis.
- Además, la vitamina E también puede participar en soluciones para uso tópico con el objetivo de reparar, proteger y regenerar tejidos dañados. Así, podemos encontrarla también como ingrediente de productos para el cuidado de la piel y el manto.
Dosis de vitamina E para perros
En primer lugar, la principal fuente de vitamina E para los perros tiene que ser la alimentación. Si escogemos una dieta de calidad adaptada a sus condiciones y a su etapa vital, cubriremos sus necesidades nutricionales. Por otra parte, si nos parece que nuestro perro necesita vitamina E a pesar de recibir una buena alimentación, antes de suplementar por nuestra cuenta hay que consultar con el veterinario. Este profesional, si valora que nuestro perro necesita un aporte adicional de vitamina E, nos indicará en qué dosis.
Esta va a depender del peso del perro y de la presentación recetada, ya que cada fabricante dará unos parámetros de uso recomendados. La vitamina E para perros puede encontrarse, básicamente, en comprimidos, en solución inyectable o para su uso tópico, normalmente en productos que incluyen también otros componentes. En este último caso puede comprarse en espray, lo que facilita su aplicación, al igual que el champú. Si estos productos son para el uso regular de perros sanos, podemos emplearlos según las recomendaciones del fabricante. En cambio, si nuestro perro presenta algún problema en la piel o el champú con vitamina E es para tratar alguna patología dermatológica, tanto su utilización como la frecuencia de uso tiene que seguir las pautas dadas por el veterinario.
Cómo dar vitamina E a un perro
Una alimentación de calidad es la mejor forma de proporcionarle al perro la vitamina E que necesita. Si el veterinario lo considera, nos recetará un suplemento de vitamina E en alguno de los formatos que hemos señalado. Por otra parte, hay alimentos con vitamina E para perros que se pueden introducir en la dieta de manera controlada. Por ejemplo:
- Aceites vegetales como el de girasol, el de colza o, en menor medida, el de oliva.
- Frutos secos como las nueces, las avellanas o las almendras.
- Pescados como la palometa, el salmón o la sardina.
- Pulpa del aguacate.
- Verduras como el brócoli, las acelgas o las espinacas.
Efectos secundarios de la vitamina E para perros
Como señalamos al inicio, las vitaminas liposolubles como la E tienen la capacidad de almacenarse en el cuerpo. Es decir, una dosis elevada no va a eliminarse tan fácilmente del organismo como sí lo hacen las hidrosolubles, que se excretan por la orina. El exceso de vitaminas recibe el nombre de hipervitaminosis y puede provocar sintomatología, de ahí la importancia de no suplementar sin prescripción veterinaria.
Por otra parte, cuando la vitamina E se administra inyectada, podría aparecer una reacción en el punto de la inoculación, que desaparecerá espontáneamente, o un absceso. En casos más raros, se podría desencadenar una reacción alérgica.
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- Olóndriz, Ibone. (2017). Manejo nutricional de los pacientes con enfermedad hepática. Revista Ateuves 37. pp. 12-15.
- Sagarra, Natalia. (2018). Dieta para perros con problemas articulares. Revista Ateuves 69. pp. 14-17.
- Villagrasa, María. (2018). Cóctel de vitaminas. Revista Ateuves 46. pp.14-19.