12 Especies invasoras en Argentina y sus consecuencias
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, por medio del Sistema Nacional de Información sobre Especies Exóticas Invasoras, fueron detectadas más de 650 especies invasoras en la Argentina. Muchas de estas especies fueron introducidas por el hombre, en la intención de obtener provecho económico, "incrementar" la cota local de caza deportiva, o combatir plagas que perjudicaban la agricultura o la ganadería.
Aunque la idea de una mayor diversidad en la naturaleza pueda parecer interesante, la introducción de animales y plantas exóticas, sin un previo estudio de su impacto ambiental, suele amenazar la supervivencia de la fauna y flora autóctonas del país. En este nuevo artículo de ExpertoAnimal, te presentamos las principales 12 especies exóticas invasoras en la Argentina y sus consecuencias para el ecosistema del país.
- Estornino pinto (Sturnus vulgaris)
- El castor canadiense (Castor canadensis)
- Visón americano (Neovison vison)
- Trucha arco íris (Oncorhynchus mykiss)
- Jabalí (Sus scrofa)
- Rana toro (Lithobates catesbeianus)
- Ardilla de vientre rojo (Callosciurus erythraeus)
- Tortuga de orejas rojas (Trachemys scripta elegans)
- Ciervo colorado (Cervus elaphus)
- Liebre europea (Lepus europaeus)
- Tamarisco (Tamarix)
- Caracol africano gigante (Achatina fulica)
1. Estornino pinto (Sturnus vulgaris)
La introducción de estas aves es muy reciente en Argentina, pero ya genera unagran preocupación por su impacto en la fauna y la flora. Originario de Europa y Asia, el estornino pinto fue llevado a la Argentina en los últimos años de la década de los 80. Desde su llegada al país, se expandió intensamente por los campos y también se ha adaptado fácilmente a las grandes ciudades.
El primer problema es que generan pérdidas considerables en la producción agrícola de pequeños y medios productores rurales, ya que se alimenta de frutas y semillas. Además, compiten por alimentos y desplazan de su territorio a los horneros, que son el ave nacional de la Argentina. Por ello, su consecuencia va más allá del medio ambiente, amenazando también un símbolo de la historia nacional.
2. El castor canadiense (Castor canadensis)
A pesar de su notable belleza y aspecto simpático, el castor es una de las mayores amenazas para el ecosistema de la región más austral de la Argentina. Los castores fueron introducidos en la provincia de Tierra del Fuego, en el extremo Sur de la Patagonia Argentina, durante la década de 40. La intención era promover el desarrollo de la provincia por medio de la producción de cuero y pieles.
Los castores construyen pequeños diques con los troncos de los arboles en los cursos de agua dulce, donde habitan y se protegen. Este hábito natural no solo provoca una intensa disminución de los bosques nativos de la provincia de Tierra del Fuego, como también interfiere en sus cursos fluviales. Además, estos mamíferos son depredadores y se alimentan de la fauna autóctona de las aguas fueguinas, provocando un enorme desequilibrio en su ecosistema. Afortunadamente, esta especie no experimentó una migración para otras provincias.
3. Visón americano (Neovison vison)
El visón americano fue introducido en la Argentina, durante la década de los años 30, con la intención de explotar su piel en la industria de la moda. Una finalidad cruel que generó un impacto lamentable en el ecosistema local. Los visones son animales depredadores y han contribuido en la significativa reducción de la avifauna autóctona de la Patagonia Argentina, principalmente de una especie muy querida llamada "Macá tobiano".
4. Trucha arco íris (Oncorhynchus mykiss)
La variedad de trucha conocido popularmente como "arco íris" fue introducida en la Argentina durante la década de los años 40, como un intento de promover la pesca deportiva de esta especie como un atractivo turístico y una posibilidad de desarrollo económico en diferentes regiones del interior.
Este objetivo se llevó a cabo y hoy Argentina es una referencia mundial en la pesca deportiva de truchas. Sin embargo, la pesca fue tan intensa en sus principios que, hoy, existen numerosos proyectos para recuperar la población de estos peces en los lagos, ríos y lagunas de la Patagonia Argentina. ¿Por qué recuperar una especie invasora? Porque la actividad pesquera genera beneficios económicos para diversas ciudades, ya que incrementa el turismo nacional e internacional. Vale destacar que, en la actualidad, solo está permitida la pesca con devolución de todas las especies de truchas patagónicas.
Como cualquier especie invasora, las truchas arcoíris compiten por alimentos y por territorio con los ejemplares autóctonos de las regiones donde se instalan. Aunque su impacto ambiental ha sido, en parte, controlado por la propia actividad pesquera, la introducción de las truchas arcoíris llevó a la desaparición de especies ictícolas nativas de Argentina, como la mojarra desnuda.
5. Jabalí (Sus scrofa)
Los jabalíes son autóctonos de Eurasia y del Norte de Africa. En 1905, Pedro Luro introdujo estos animales en lapampa argentina, con el objetivo de incrementar su cota de caza. Desafortunadamente, la caza deportiva fue muy popular en Argentina, y en los días de hoy, el jabalí sigue siendo criado como coto de caza en la pampa argentina y parte de la región patagónica.
La población de jabalíes se ha concentrado principalmente en el centro del país, donde ocasionó un enorme daño al suelo. Para alimentarse, los jabalíes remueven las tierras superficiales con sus grandes y potentes colmillos, para "levantar" posibles presas subterráneas. Además, compiten por territorio y alimento con el ganado y muchos otros animales autóctonos de la pampa argentina, como el puma.
6. Rana toro (Lithobates catesbeianus)
La rana toro, originaria de Norteamérica, fue introducida en la Argentina durante los años 80. En principio, el objetivo era explorar su carne como una nueva posibilidad de desarrollo económico. No obstante, la actividad no ha resultado muy rentable y las ranas toros fueron liberadas. Se expandieron rápidamente y, actualmente, pueden ser encontradas de Norte a Sur del país.
Esta especie es un depredador voraz, alimentándose de anfibios, insectos, reptiles, aves y pequeños mamíferos. Por ello, ha generado un impacto devastador en la fauna y flora autóctonas de casi todas las provincias argentinas.
Además, su consumo no está recomendado por el Ministerio de la Salud, ya que se ha descubierto que muchos ejemplares portan un virus que provoca hemorragia intestinal, siendo altamente peligroso para la salud humana.
7. Ardilla de vientre rojo (Callosciurus erythraeus)
Esta especie de ardilla originaria de Asia fue introducida en la Argentina en los años 70. No se sabe quien trajo los primeros ejemplares al continente americano, pero su introducción en tierras rioplatenses ha sido bastante insólita. A alguien se le ocurrió que introducir algunas ardillas en Buenos Aires podría ofrecer un toque más "pintoresco" a la provincia. Fue así como varias parejas de ardillas de vientre rojo fueron liberadas en la localidad de Luján, en el Norte de la provincia bonaerense.
Estas ardillas se multiplicaron rápidamente por todo el territorio argentino, adaptándose a sus diversos microclimas. Entonces, no solo compitieron por territorio y comida con aves autóctonas, como también invadieron numerosas construcciones para alojar sus nidos en ambientes seguros.
8. Tortuga de orejas rojas (Trachemys scripta elegans)
La tortuga de orejas rojas es originaria de las zonas cálidas de Estados Unidos y de México. No se sabe exactamente cuando fueron introducidas en la Argentina, pero, a partir de los años 80, su población empieza a crecer al haberse tornado una mascota exótica bastante codiciada.
Lamentablemente, algunas personas no asumen la responsabilidad que conlleva adoptar una tortuga y proporcionarles los debidos cuidados, o desconocen que estos animales pueden vivir muchos años. Por ello, muchas tortugas de orejas rojas fueron abandonadas en estanques, pequeñas lagunas o cuerpos de agua en los alrededores de las ciudades.
Este fue el inicio de una multiplicación descontrolada que llevó a una notable reducción de la fauna y flora nativa. Estas tortugas son depredadoras de plantas y animales acuáticos, y compiten con numerosas especies autóctonas por territorio y alimento.
9. Ciervo colorado (Cervus elaphus)
El ciervo colorado es autóctono de gran parte del hemisferio norte, habiendo sido introducido en la Argentina al principio del siglo XX. Nuevamente, el objetivo era crear una especie de gran porte para incrementar la cota de caza. El problema fue que los ciervos colorados se reprodujeron mucho más rápido de lo que sus criadores hubieran imaginado.
Muchos ejemplares se escaparon y la población de ciervos se expandió por todo el país. En los días de hoy, siguen representando una importante amenaza no solo para el ganado, como también para todos los mamíferos herbívoros autóctonos del suelo argentino.
10. Liebre europea (Lepus europaeus)
Como su nombre indica, la liebre europea es un mamífero típico de Europa. Ha sido introducida en Argentina y en Chile durante los primeros años del siglo XX. Es una especie de rápida reproducción, lo que favoreció su expansión por todo el continente sudamericano. El aumento descontrolado de su población impacta negativamente en las plantaciones agrícolas y también reduce la disponibilidad de alimentos para otras especies autóctonas.
11. Tamarisco (Tamarix)
Aunque no se trata de un animal, el tamarisco es un pequeño árbol originario de la cuenca occidental del Mar Mediterráneo. Se reproducen rápidamente en suelos bien drenados y bajo intensos rayos solares. Por ello, su población se multiplicó intensamente en la provincia de Mendoza, en la región cuyana de la Argentina.
Se alojan a las orillas de embalses y ríos y consumen un enorme volumen de agua para crecer. Ello genera un impacto muy negativo para el ecosistema de la provincia, pues saliniza las capas superficiales del suelo. Además, perjudica la economía local, pues desvía los riegos de las plantaciones.
12. Caracol africano gigante (Achatina fulica)
Los caracoles africanos gigantes generan un enorme perjuicio para pequeños productores argentinos que dependen de la agricultura de subsistencia. En 2016, la invasión de caracoles africanos en las provincias argentinas de Corrientes y Misiones provocó un alerta ambiental a nivel nacional. No obstante, el mayor riesgo de su sobrepoblación está asociado al riesgo de para la salud de la población local.
Muchos ejemplares de estos caracoles son portadores de un parásito llamado Strongyloides stercoralis, que está asociado al desarrollo de numeras enfermedades, como la meningitis y la estrongiloidiasis. Por ello, son considerados una de las mayores plagas en las regiones tropicales y subtropicales de Sudamérica.
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